La justicia por mano propia conocida en Argentina como “linchamiento” crece cada día más. Los primeros casos se remitían a personas que presenciaban algún hecho delictivo y actuaban en el momento en consecuencia. Usando la violencia “medida” por parte de los linchadores, incluso reducían al delincuente y lo entregaban a las autoridades.
En el último tiempo, el pueblo argentino dejó de creer en la justicia, y por ello es que dicho fenómeno social evolucionó. Ahora no solo se produce con quienes presencian un crimen sino que se ha vuelto una especie de venganza en la que los participantes acuden hacia las residencias de los posibles culpables, y como la justicia no los ha condenado, se toma justicia por mano propia. Se los ataca, y prenden fuego sus residencias, utilizan violencia excesiva. Esto sucedió esta semana en donde se traspasó una barrera porque se cometieron dos asesinatos.
El primer incidente tuvo lugar en la provincia de Tucumán, tras el asesinato de una niña de nueve años llamada Abigail Riquel que también fue violada. Los vecinos de la zona identificaron al posible autor del crimen, José Antonio Guaymas. Este hombre tenía mas de quince causas que no habían llegado a juicio y dicho grupo de personas creyó que era momento de ponerle un alto. Primero quemaron tres residencias en las que creían que se refugiaba el presunto sospechoso.
Una vez que pudieron dar con su paradero, los vecinos y familiares de la victima quienes habitan el barrio El Manantial. No le dieron la posibilidad de actuar a la policía local y se lo llevaron a la fuerza, lo desnudaron y con patadas en la cabeza, machetazos e incluso botellas lo golpearon hasta causarle la muerte. El hecho quedo registrado por la cámara de uno de los linchadores y fue subido a las redes sociales.
Posteriormente en Mendoza ocurrió un hecho similar, Maximiliano Flores había sido denunciado por violencia de género por su pareja y cuando las autoridades se encontraban a punto de detenerlo, logró escaparse. Cuando regresó a su domicilio se enfrentó con los policías causándoles heridas y un grupo de vecinos allí presentes lo interceptó y molió a golpes hasta causarle la muerte.
Estos no son hechos aislados y tampoco los primeros. Semanas atrás quemaron a un familiar del posible asesino del colectivero. Hace unos meses durante la cuarentena un jubilado que tenía un arma para su protección, se defendió de un robo en su residencia y terminó matando a uno de los ladrones.
La sociedad argentina atraviesa momentos difíciles en cuanto a la creencia en las instituciones. Cada vez confía menos en ellas y a su vez tiene menos respeto hacia las autoridades del país, ya sea la policía, gendarmería, o cualquier otra. Es momento de que, quienes gobiernan encuentren una solución a este problema ya que, de no ser así, podríamos entrar en un estado de naturaleza, un concepto planteado por Hobbes en su obra “El Leviatán” en el que propone que cada habitante de la comunidad se rige bajo el instinto de supervivencia y es capaz de hacer cualquier cosa por lograrla. Esto generaría aún mas violencia en las calles y a su vez pánico para toda la población.
Es momento de actuar, el fenómeno social del linchamiento no tendría lugar si las autoridades asumieran sus responsabilidades y quienes se encargan de condenar a los criminales realicen su trabajo. Una frase que ya es habitual “A las dos horas sale” haciendo referencia a un ladrón que ingresa detenido a una comisaría es liberado en un periodo de tiempo corto es una realidad que lamentablemente no se puede negar.
Restará ver que medidas deciden tomar quienes están a cargo del país para hacerle frente a esta situación que esta cada vez mas fuera de control y genera violencia como a la vez miedo en la población y de una vez por todas, se le debe poner un alto cuanto antes.