La vida del gaucho patagónico se puede resumir en tres simples palabras: soledad, trabajo y nieve. Excepto la segunda, el resto son un conjunto de letras que difícilmente se pueden asimilar a la mayoría de las ciudades. “Troperos” es un documental que refleja la hazaña de vida a la que se enfrentan los gauchos del sur de Argentina y que se estrenó este mes en la plataforma de streaming Cine.AR. El multipremiado filme es un homenaje a ellos, que alejados de sus familias asumen la responsabilidad de cuidar y proteger a miles de animales.
La vida de estas personas nos hace acordar a la del pasado, allá por el siglo XX. En un mundo nuevo y moderno, en el que estamos casi las 24 horas del día conectados entre sí y en el que predominan las pantallas en nuestros hogares, visualizar y aprender sobre la vida de un gaucho es realmente todo un asombro. Pero en la estancia Tucu Tucu nada nos debe sorprender, porque allí la única preocupación es cumplir estrictamente con el trabajo. Lo hacen todos los días debajo del sol, calientan el agua para el mate en horno a leña, se comunican entre sí y con sus vecinos mediante una radio y cazan pumas para proteger su ganado. Aislados del mundo que todos conocemos, ellos de dedican al cuidado de miles de animales y extrañan a sus familias permanentemente.
Hasta a los mismos gauchos les sorprende el hecho de que ya casi no existen jóvenes que se queden allí y hagan su vida en el campo como lo era antes. Uno de los protagonistas del documental Troperos, disponible en Cine.AR , señaló: “La juventud ya no viene para el campo, cambió mucho. Los mismos hijos del patrón, o parientes, se quedaban. Ahora ya no, ya no se quedan. En el campo viene quedando pura gente vieja”. El film muestra explícitamente las duras tareas que realizan y además se puede observar que realmente son pocos pero que entre ellos se ayudan para sostener la producción de lana de la estancia Tucu Tucu, en la provincia de Santa Cruz.
En las ciudades estamos acostumbrados al ruido constante de un colectivo o de la gente misma, pero en el valle, los gauchos patagónicos no sienten el mismo tumulto. Viven rodeados entre los cerros, en los que predomina la naturaleza, “desconectados” del mundo y obviamente sin señal ni internet. Son pocos, pero entre todos hay una buena relación. Las frases más frecuentes entre ellos son “Buen día” o “Buenas tardes” y ahí se le pone un punto final al ruido. Sus estilos de vida están basados en el trabajo, hacerlo de sol a sol es lo que mejor saben hacer, es como si hubiesen nacido para eso.
Llevan a cabo tareas que se cumplen a lo largo de todo el año y se repiten una y otra vez, como un ciclo. En el verano, de las 7.000 ovejas, esquilan 200 con mucho cuidado para no cortarles la piel y lastimarlas y así aprovechas la mayor cantidad de lana posible para luego ofrecer. Durante el otoño, que es donde comienzan las primeras nevadas, las trasladan a pie hacia tierras más bajas en búsqueda de pastizales para el invierno. Este largo comino dura alrededor de tres días que implica hacerlas caminar, en fila india, por un puente colgante que parece a punto de caer con cada balanceo del viento. Luego de que pasa el crudo invierno, las vuelven a llevar a las estancias junto a sus crías para continuar con este ciclo infinito.
Cuando ven a alguna oveja “carneada”, significa que cerca de allí hay un puma amenazándolas. Y es ahí cuando comienza la labor de cazar al depredador. “Tengo que defender a los animales, por eso me tienen trabajando”, afirma uno de los gauchos.
Troperos es la ópera prima de Nicolás Detry, un joven cineasta que, gracias a Ezequiel Detry y Silvestre Sere, conoció a estos gauchos y su estilo de vida.
Luego de cuatro años de producción, la misma fue finalizada en 2018. Desde entonces recibió reconocimientos en festivales de todo el mundo. Ganó los premios a “Mejor largometraje” y “Mejor fotografía” en el Festival Internacional de Cine de Montaña Ushuaia (Argentina), el Festival Audiovisual Bariloche (Argentina) y el Festival internacional de Cine Documental Santiago Alvarez (Cuba). En este último, además, fue reconocida con el de “Mejor dirección”.
Gastón Salazar
2° «B» T.N.