La compañía Guayaki fábrica yerba mate en la Selva Misionera de la Cuenca del Plata y financiará un programa para que, miles de kilómetros al norte, una comunidad indígena se capacite y proteja su ecosistema. El impacto de la deforestación, la degradación y el cambio climático en esa zona afecta ambiental y económicamente a toda la región. La lluvia es un factor determinante en la producción y contribuir a la causa amazónica evitará el cese de actividades.
La industria y Gaia Amazonas firmaron un acuerdo que puede marcar un antes y un después en la forma en que empresas y organizaciones trabajan en conjunto para el cuidado del ambiente y un desarrollo económico con impacto positivo.
Gaia Amazonas es una organización no gubernamental (ONG) colombiana dedicada a la conservación biológica y cultural de la Amazonía. Desde hace más de 30 años desempeña su labor con los pueblos indígenas en el reconocimiento de sus derechos, territorios y tradiciones de conservación del ecosistema.
La organización destinará el aporte monetario de la empresa al programa de “Formación en innovación y liderazgo indígena ambiental de la Amazonía”, que busca empoderar a las nuevas generaciones amerindias en la gestión de territorios amazónicos a partir de los conocimientos y prácticas ancestrales.
El objetivo del programa es formar a líderes jóvenes, hombres y mujeres, para fortalecer sus habilidades y capacidades en un buen manejo de sus territorios. Ello será a partir de que líderes de trayectoria compartan sus experiencias. Es decir, luego serán los jóvenes los que desarrollarán e implementarán las acciones de manejo de sus territorios para protegerlos.
Alex Pryor, fundador de Guayakí cuenta cómo surgió la idea: “Como Empresa B, veníamos midiendo muchas cosas sobre nuestro impacto, pero no estábamos incorporando al agua. Hace dos años, en Costa Rica, mi hija estaba jugando con agua en el mar con otro niño: el nieto del antropólogo Martin von Hildebrand —director de la Fundación Gaia Amazonas— y ahí surgió todo. Ahí me di cuenta que era necesario incorporar la cuestión del agua”.
Las partes firmantes del acuerdo argumentan que la Amazonía es la principal fuente de recursos hídricos de América Latina. Y ello nos lleva a hablar de los «ríos voladores». ¿De qué se trata? «Los ríos voladores son enormes cantidades de agua que se transportan a gran velocidad por el aire. No son ríos de agua líquida sino de vapor», explica el observador meteorológico Daniel Roggiano.
Estos flujos aéreos masivos de agua proceden del océano Atlántico y se alimentan aún más de la humedad liberada por los árboles de la Amazonía. Según Roggiano, se calcula que la vegetación amazónica evapora 20 billones de litros de agua por día. Estos ríos «viajan» hasta causar lluvias en lugares más distantes, como el sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y el norte de Argentina. En pocas palabras, la Amazonía hidrata a América del Sur. Estas lluvias son fundamentales para la actividad agrícola de la zona
Pero todo ese ciclo se ve afectado por la deforestación, la degradación y los efectos del cambio climático. Ello no sólo impacta en la cuestión ambiental, sino también económica. El 70% del PIB latinoamericano depende de los «ríos voladores» amazónicos.
La innovación de este paso va más allá de los números. Genera conciencia sobre la limitación de los recursos naturales. El presidente de Guayaki nos ilustra su intención: “Las empresas suelen pagar por servicios ecosistémicos donde trabajan o donde sacan algún recurso. Acá nosotros estamos aportando a otro ecosistema, distinto del de nuestra producción, de cuyas lluvias dependemos”.
El programa de Gaia Amazonas se lleva a cabo en la Amazonía colombiana, muy lejos del lugar de producción de Guayakí, pero interconectado por los «ríos voladores» mencionados. Del ciclo natural (y favorablemente) equilibrado de esos “ríos voladores” depende el Bosque Atlántico Interior donde Guayakí cosecha la yerba mate, producida por comunidades indígenas y campesinas. La región de producción de Guayakí, en Argentina, Brasil y Paraguay, depende de hasta un 15% de las lluvias procedentes de la Amazonía.
El acuerdo tiene una extensión de un año y 50 mil dólares. La intención de la compañía Argentina es motivar a otras industrias a poner su granito de arena en esta iniciativa y de esta forma mancomunadamente salvar el último “gran río volador” de la Amazonía.