En todas las sociedades del mundo se generan emblemas que nacen por motus propio en las entrañas del mismo, se instalan y ganan su prestigio que luego queda impregnado en la cultura del pueblo, formando parte de él. Pasa en el fútbol, siendo Maradona, además de una persona, un ícono, una representación, una característica nuestra. Lo mismo en la música, con el Tango, con Gardel, Julio Sosa, Goyeneche y demás representantes históricos de “lo nuestro” y la trascendencia histórica que tuvieron.
En materia gráfica, la Editorial Atlántida dio a luz en 1919 a dos bastiones y símbolos fundamentales del periodismo y del día a día popular, como fue “El Gráfico”, un semanario deportivo que supo ser la referencia periodística y deportiva del mundo futbolístico hasta su cierre a principios del año 2018, y la revista infantil Billiken. Esta última tiene una tirada mensual relevante y es un gran complemento para el temario educativo escolar debido a su material gráfico, fotografías y dibujos que, además de entretener a los niños, es gran material didáctico.
El fundador de la Editorial Atlántida y de las revistas antes nombradas fue el periodista uruguayo Constancio Vigil, quien unos años antes ya había creado una revista de aspecto similar a Billiken llamada “Pulgarcito”, aunque sin tanto éxito.
El origen del nombre de la revista, cuyo conocimiento en muchos es un misterio, proviene del muñeco infantil japonés de la época llamado Billy Kent. Lo que hizo Vigil fue unir el nombre del juguete y quitarle la letra T, lo que le dio la bendición final a la revista. La publicación fue declarada en 2010 de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, producto de que es la publicación infantil de habla hispana más antigua del mundo y que tiene un gran impacto en la cultura popular.
Otro de los puntos fuertes de la revista, además de acompañar la enseñanza escolar de los niños, aportando muestras y explicaciones gráficas, juegos didácticos y demás, fueron sus humorísticas y reconocidas portadas. A partir de la llegada a la revista del dibujante Lino Palacios en el año 1930 y hasta el año 1960 se generó el mayor reconocimiento.
Además de su gran trascendencia en materia educativa, Billiken atravesó esos límites y dejó su huella en otros ámbitos. Por ejemplo, en la ciudad de San Antonio de Padua, una calle tiene ese nombre. Pero no es el único caso en la localidad del oeste del conurbano bonaerense, ya que también existen las calles Clarín, La Nación, La Prensa, La Razón y El Gráfico, algo inédito y que muestra la importancia de la “Revista de los niños” estando a la altura de los medios gráficos más trascendentes de nuestro país.
Y otro histórico debate sobre la influencia de la publicación infantil en otros ámbitos es la reconocida golosina homónima a la revista. Este caramelo, uno de los más consumidos y sabrosos de las vidrieras de los kioscos de nuestro país, tuvo su nacimiento en el año 1969. Aunque la empresa que las fabricaba ya había ingresado en la industria de las golosinas en 1912 con las reconocidas pastillas D.R.F, las cuales representan las siglas de su creador, Darío Rodríguez de la Fuente.
Debido a la aparición 50 años después de la fundación de la revista y la gran influencia que tenía ésta para ese entonces, podemos sospechar que el nombre de la golosina tuvo algo que ver con el de la entrega educativa. Lo cierto es que no hay elementos o declaraciones que corroboren la relación entre una y otra. Además, el hecho de la gran cantidad de dueños que ha tenido el caramelo (Darío Rodríguez de la Fuente S.A, Bonafide, CALASA, Mondelez y actualmente La Dolce Vita) y que su creador ya no está en vida, dificulta saber de dónde tomó la idea del nombre.
Pero tenga relación o no, es solo un simple dato anecdótico y decorativo que aportaría solo una hoja más al libro de la frondosa historia de la revista de los niños, que ha marcado y educado a generaciones de argentinos y que ya es parte y uno de los emblemas de la sociedad.