Con el transcurso de los años los teléfonos mejoraron su calidad y prestaciones, debido a los múltiples avances tecnológicos que cada día mejoran sus funcionalidades. Consiguen, cada vez más satisfacer las demandas de los usuarios y enriquecer la experiencia de uso.
Los celulares inteligentes son ventajosos cuando se utilizan correctamente y han posibilitado el acceso libre a internet desde cualquier lugar, momento e incluso estando en movimiento. Pero también tiene su lado negativo, el uso de estos dispositivos está ocasionando que se cambie el concepto de comunicación y la forma que tenemos de relacionarnos con las personas.
La población de entre 25 y 34 años, es la que más utiliza los smartphones para consultar información, un 81,3%. Le siguen los de 13 a 24 años, 80,4% y los comprendidos entre 35 y 44 años son el tercer grupo que más recurre a estos dispositivos para navegar por internet, un 69.5%.
Sin embargo, los adultos prefieren el ordenador para navegar por la red. El 95% de los mayores de entre 65 y 74 años, elige el PC en lugar del teléfono móvil. Lo mismo ocurre con los de más temprana edad, el 87% de los usuarios de 45 a 54 años y el 85% de entre 55 y 64 años también prefiere este dispositivo.
En base a este dato, la población juvenil es la que más utiliza los teléfonos inteligentes y la que más riesgo tiene de caer en la adicción por crecer en la época digital. El 27% de los niños de 10 años ya tienen un teléfono y conforme la edad va aumentando, la tenencia de estos dispositivos crece a nivel acelerado, resultando en que el 94% de los adolescentes de 15 años ya dispone de su propio celular.
Las personas que están muy pendientes al celular suelen sufrir a menudo la sensación de estar perdiéndose de algo si no revisan su móvil por un espacio de tiempo. Esa sensación es denominada FoMO ( “miedo a perderse algo”).
Según el médico psiquiatra de INECO, Fabián Triskier, “el FoMO se ha asociado al uso problemático de la tecnología digital, la internet y los teléfonos inteligentes e implica la percepción subjetiva de que uno se está perdiendo experiencias gratificantes de los demás y se acompaña de la percepción de la necesidad percibida de estar constantemente conectado con su red social” .
Triskier dice que el FoMO se asocia típicamente a los síntomas de ansiedad. «Se ha formulado la hipótesis de que las personas con mayores niveles de FoMO estarían más atentas a las notificaciones del teléfono, ocupando sus recursos atencionales y generando más distracciones y una menor concentración».
“Sin embargo, el impacto potencial del FoMO en la vida diaria y la productividad ha sido menos investigado, aunque estudios recientes en adultos muestran que los niveles más altos de FoMO se asocian con un mayor impacto de las redes sociales en la vida diaria y la productividad laboral», dice.
Estos son algunos de los síntomas que puede padecer una persona adicta:
– Necesidad de acceder compulsivamente el teléfono móvil para comprobar las notificaciones o avisos.
– Mostrar incomodidad, irritabilidad o ansiedad si la conexión a internet presenta fallos o cuando el uso del dispositivo se restringe o se prohíbe, por ejemplo en hospitales, reuniones formales o familiares.
– Dormir con el dispositivo muy cerca, pegado a la cama, en el suelo o debajo de la almohada, o padecer insomnio por la necesidad de revisar el teléfono o estar conectado.
– No disfrutar del ocio si el móvil se queda sin batería o llevar cargadores o baterías para evitar que el móvil se apague.
– Pérdida de la noción del tiempo cuando se usa el teléfono móvil.
– Bajo rendimiento académico y problemas de socialización.