Sin dudas, el 2020 es un año bisagra para la humanidad. La pandemia por Covid-19 trajo consigo un cambio en el mundo. Se perdieron vidas, personas encerradas por cuarentena, gente con tapabocas por la calle. Sin embargo, el acostumbramiento a estas cuestiones es inevitable porque el nuevo mundo es así, incluso queda lejana la imagen de muchas personas juntas, sin distanciamiento social. Dentro de todo ese contexto, el deporte funcionó como una especie de distracción, una fuente de desahogo. Y un protagonista que contribuyó a esto fue Diego Schwartzman, regalándole a los argentinos el mejor año de su carrera en un durísimo 2020.
Es muy difícil que los argentinos se unan todos para un mismo objetivo. Dentro del tenis ya había sucedido con Juan Martín Del Potro. Sin embargo, desde que se lesionó, nadie había podido ocupar ese lugar; por eso es el mejor año del “Peque”. Más allá de cualquier resultado, que también estuvieron, Schwartzman demostró para qué está hecho, compitiendo contra Nadal, Thiem, y Djokovic de muy buena manera, utilizando sus virtudes y su inteligencia para contrarrestar el inmenso talento de sus rivales.
Es cierto, el Peque entró al top 10 del ranking ATP, llegó a la final de un Master 1000 y logró una hazaña en Roland Garros, pero quedarse solo con los resultados es un análisis vacío. Demostró ser un especialista en el fondo de la cancha y tener un grupo de trabajo sobresaliente, sacando a relucir una ventaja física irónica. Su altura (1,70m) le da una desventaja a la hora de sacar, en un tenis actual donde el saque es fundamental, pero que en los últimos partidos contra Nadal y Thiem la clave estuvo en la condición física en comparación a sus rivales, no solo porque llegaba a pelotas con mucha velocidad, sino también en cuanto al cansancio que podían generar. Contra Thiem, en los cuartos de Roland Garros, jugaron 5 horas, y fue en el final donde el argentino terminó dominando. En una Argentina conmocionada por los problema políticos, económicos y sociales, sin fútbol y con un vacío por llenar, Schwartzman se vació para llenar a todos los argentinos. Por eso es el mejor año de su carrera.
Tomás Ordoñez