No hubo misterio ni dudas para los boxeadores, sus técnicos, los jueces, tampoco para los periodistas y televidentes de quién iba a ganar en las tarjetas apenas terminó el último round de la pelea. Jermall Charlo sonreía en su esquina mientras un médico le miraba los ojos que le quedaron hinchados a Sergiy Derevyanchenko. Ni siquiera le dio la mano el ucraniano al árbitro porque sabía que era imposible que levantara la suya.
El primer round del combate fue de estudio y casi que no tiraron golpes. Desde el primer momento que Jermall demostró su gran manejo de distancias, la enorme fuerza y su potencia. Lo castigó con todos los golpes. Los jabs fueron desfigurando la cara de su rival y sorprendió con derechas y ganchos. También, estuvo más entero físicamente porque lastimó sin hacer mucho desgaste.
El ucraniano llevó la pelea al golpe por golpe en la corta distancia donde más se luce y por dos o tres rounds conectó bastante pero no dejó de recibir mucho. Pese a verse superado, no paró de insistir hasta el último segundo. Es que ser campeón mundial es la obsesión del ucraniano. No le aceptó la pelea a Canelo Álvarez, en la que iba a recaudar más dinero porque le interesaba más conseguir la gloria. Tendrá que seguir entrenando para cuando vuelva a tener la oportunidad. Charlo sigue siendo el rey de los pesos medios del Consejo Mundial de Boxeo.
Martín Barylko