Novak Djokovic alzó el trofeo en Roma tras vencer a Diego Schwartzman por 7-5 6-3 en 1 hora y 53 minutos de partido y amplió su vitrina de torneos ganados en la capital italiana con cinco conquistas.
Con 1000 espectadores y un día nublado con mucha humedad en la pista, el partido comenzó muy favorable para Schwartzman. Una gran regularidad de fondo de cancha y un Dkokovic que, como a lo largo del torneo, se mostró algo errático, hicieron que el argentino se llevara el primer juego con un quiebre, el cual luego pudo concretar mediante su turno de servicio.
El serbio intentó encontrar una llave de certeza en el medio de tanta incertidumbre y recurrió a los tiros cortos para traer al Nº8 del torneo a la red, pero su rival corría y llegaba a cada pelota que venía del otro lado. El desgaste emocional en el encuentro frente a Nadal y las tres horas y cuarto de partido frente a Denis Shapovalov parecieron no pesar en su físico ni en su mente de cara a esta gran final.
En apenas media hora de partido, el argentino ya estaba 3-0 y con dos breaks a su favor. Para Djokovic, el encuentro estaba tan nublado y oscuro como el cielo mismo. Sin embargo, a partir de ese momento fue cuando la sangre de un verdadero campeón comenzó a hervir, pero sin la ayuda del sol. Novak se tornó dominante y la mayoría de sus tiros empezaron a fluir y causar heridas. Schwartzman, por su parte, no podía avanzar en el terreno debido a la calidad de los tiros de su rival, que poco a poco iba a empezar a marcar la cancha a través de su experiencia en este tipo de instancias.
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, el Nº 1 del mundo dio vuelta el marcador y se ubicó delante por 4-3, ya con aliados en su repertorio tenístico como los tiros angulados y la ahora sí buena producción de drops, que obligaban al argentino a tener que correr hacia adelante frecuentemente y descuidar su mayor fortaleza: el juego de fondo. Sin embargo, todavía no encontraba la regularidad con el revés, el tiro que siempre le ha dado la claridad en momentos de presión y Schwartzman, a pesar de estar cada vez más cerca del abismo, podía mantenerse a flote gracias a ello.
Pero cuando las piernas están cansadas y desgastadas, la superficie se aleja cada vez más del radar de visión y finalmente uno se ahoga. Así sucedió con el argentino, que después de algunos juegos de saque donde solamente una cuerda lo sostenía, no pudo aguantar la ofensiva del cuatro veces campeón del torneo romano. Como consecuencia, este último se guardó en el bolsillo el primer parcial por 7-5
El comienzo del segundo set volvió a ser víctima de un quiebre por parte de Schwartzman, pero sería rápidamente recuperado por Djokovic, quien no tardó en volver a poner en duda su juego de servicio y otorgó oportunidades de quebrar para el argentino otra vez. Sin embargo, hay veces que el tren solo pasa una vez, y si uno no se sube, jamás volverá a pasar. De ese mismo modo ocurrió con el de Buenos Aires, que no encontró las herramientas necesarias para utilizar su boleto de partida y el camino hacia el título empezó a quedarle cada vez más lejano.
Un quiebre del serbio en el octavo juego del set lo colocó 5-3 a favor y con la responsabilidad de tener que cerrar el partido con su servicio. Diego salvó dos puntos para partido, pero la tercera chance fue la vencida. Luego de 1 hora y 53 minutos de partido, Djokovic alzó los brazos, sonrió y escuchó la ovación más grande desde que comenzó la pandemia.
En la Roma eterna también se hizo eterna la hegemonía de Djokovic en el circuito. En el Coliseo, se coronó por quinta vez como Emperador y se ubicó además como máximo ganador de la historia en M1000 con 36 conquistas. En lo que va de la temporada, el ganador de 17 Grand Slams ha triunfado en 33 de sus 34 partidos, con la única derrota en aquella polémica descalificación durante el US Open frente a Carreño Busta.
Luego de que todos los caminos desembocaran en Roma para el mejor jugador del mundo, irá en rumbo de nuevas conquistas y, a partir del domingo 27 de septiembre, intentará iniciar un sendero ganador hacia lo que podría ser su segundo título en Roland Garros, el tercer Mayor de la temporada.
Franco Ferrero