El pasado lunes 14 de septiembre, el gobierno nacional, encabezado por el viceministro de Medio Ambiente, Sergio Federovsky, clausuraron de manera indefinida el zoológico de Lujan. Las razones son claras, este espacio no le proporciona al estado y la comunidad, toda la información sobre los animales (estado de salud, condiciones del zoológico, información sobre todos los animales). En el momento del cierre, hubo enfrentamientos entre los representantes del Gobierno y los trabajadores del Zoo que querían impedir el cierre del lugar.
Este zoológico tiene una particularidad, es de los pocos que le permite al visitante interactuar de manera física con los animales salvajes. Esto es hoy en día rechazado fuertemente por los ambientalistas, pues consideran que para hacer este contacto entre humano y animal hay detrás todo un entrenamiento cruel y para nada natural que afecta la salud del salvaje. En este aspecto, el viceministro señalo: “Lo que estamos haciendo es garantizar que un zoológico que no responde a la normativa vigente, ni a la ética que la propia sociedad reclama, se reconvierta y no siga explotando la peor faceta de la exhibición y el contacto con los animales”
Cada año son más los zoológicos en el mundo que hacen una reconversión y dejan de existir por el cambio de pensamiento y paradigma con respecto a la función de estos espacios para animales. El zoo de La Plata dejó de existir hace 2 años. Era un lugar emblemático para la familia platense con mas de 100 años de antigüedad. Sin embargo supo readaptarse y dio un giro de 180 grados al transformarse en lugar para recuperar animales en cautiverio. Actualmente cuenta con más de 500 ejemplares recuperados, que están preparándose para trasladarlos a su hábitat natural.
Aunque en Argentina hay zoológicos reconocidos por su trato ejemplar hacia los animales. Un ejemplo reconocido es el bioparque Teimaken. Un lugar gigante para los animales que allí conviven.
Hoy en día hay más de 40 zoológicos a lo largo y ancho del país. Se calcula que más de la mitad conservan prácticas muy poco licitas y que en muchos casos los animales están en condiciones deplorables. El panorama es difícil, porque no se trata sólo de clausurar lugares, sino de generar una cultura de cuidado hacia los animales y la preservación del medio ambiente. Esta conciencia ha cobrado fuerza pero que aún está lejos de ser un realidad en muchos lugares del país y del planeta.