Cuando al deporte nos referimos no solo hablamos de táctica, de técnica, estrategia, trofeos y reconocimientos o cifras exuberantes de dinero que vuelan de acá para allá.
Aferrarse a esa idea evidencia un análisis burdo y vago de quienes establecen este concepto como una verdad inexpugnable. Históricamente, el deporte fue (sigue y seguirá siendo) la plataforma por excelencia para hacerle frente a las distintas y vastas crisis o problemáticas que a cada región le ha tocado atravesar en mayor o menor medida.
En este lado del continente, el fútbol ocupa un lugar realmente preponderante en la cultura sudamericana. Sin embargo, en nuestro país se vive de una manera un tanto particular, por más trillado y pretencioso que este comentario pueda sonar. Si tuviésemos que definir a este deporte, en una palabra, probablemente «popular» sea la más adecuada: Funciona como un unificador de masas, permite que personas que no comparten ni un ápice de elementos en común se comprometan por una misma causa. Y no nos estamos refiriendo a lo que se hace durante 90 minutos en una cancha, sino al rol social que los clubes cumplen en Argentina, siendo igual o más importante que el rol que ocupan algunos sectores estrictamente políticos en este aspecto. Es el costado más solidario de la pasión o, mejor dicho, la pasión por lo solidario.
La solidaridad nunca fue un elemento negociable en la vertiente de los clubes argentinos. Es un compromiso social que se transmite tanto entre los distintos clubes y sus trabajadores como entre socios e hinchas. Y es así como esa noción de «salvajismo» que se tiene sobre este deporte en particular (y muchas veces con justa razón) se ve reducido ante una causa que no distingue camiseta, barrio o categoría. Hoy, en el contexto más adverso que nos ha tocado experimentar como sociedad moderna, los clubes argentinos siguen más comprometidos que nunca con este principio. De esto también se trata el fútbol y de esto mismo venimos a hablar hoy.
Desde que la pandemia del coronavirus azotó al país en los últimos días de marzo, muchas instituciones deportivas han abierto sus puertas y ofrecido su espacio para aquellas personas que se encuentren afectadas en el marco de la vulnerabilidad económica y médica de este contexto. Para saber cómo están tratando esta circunstancia, nos comunicamos con el personal de tres clubes cuya realidad institucional es completamente diferente entre sí: Arsenal de Sarandí, Boca Juniors y Comunicaciones.
Una producción especial de: Gastón Paolorossi, Aldana Suarez, Florencia Tozzi, Martín Cividino y Adrián Yasue