El conflicto salarial de la policía bonaerense tuvo un giro sustancial cuando un grupo de efectivos rodeó la Quinta Presidencial de Olivos con sus uniformes y portando sus armas, un hecho sin precedentes desde la vuelta a la democracia en 1983.
Absolutamente todo el arco político se pronunció repudiando el hecho, lo que generó también que algunos ciudadanos convocaran a una movilización “en defensa de la democracia”, que desactivó rápidamente el propio presidente Alberto Fernández recordándole a la ciudadanía que aún “estamos en pandemia”, mediante un breve agradecimiento en Twitter.
A las pocas horas, el mandatario brindó un anuncio rodeado por casi todos los intendentes de la provincia de Buenos Aires y anunció la devolución de un punto de coparticipación a la provincia, para que el gobernador Axel Kicillof obtenga los fondos necesarios para cubrir los reclamos de la policía. Según Fernández se trató de un “1% de excedente del 2,1% que recibió la Ciudad de Buenos Aires por el traspaso de la Policía Federal”, haciendo referencia al decreto dictado por el ex presidente Mauricio Macri en 2016.
El método de protesta elegido por algunos efectivos no cayó bien en la Casa Rosada, aunque “la institucionalidad nunca estuvo en riesgo”, afirmó el Presidente. Es que no fueron pocos los oficialistas que recordaron las palabras de Eduardo Duhalde sobre un posible golpe de Estado. A su vez, Fernández agradeció el apoyo que recibió.
Con los fondos brindados, Kicillof anunció una notable mejora salarial para los policías bonaerenses, que llevaban tres días de huelga. Elevó el sueldo casi a la par de la Policía Federal, con un salario de bolsillo de 44.000 pesos, aumentó el monto para la compra de uniformes (pasó de 1.130 pesos a 5.000) y triplicó a 120 pesos el valor de las horas extras. Tras los anuncios, los policías levantaron la protesta en Puente 12 y en los diferentes puntos del interior de la provincia, calificaron el aumento como “histórico” y volvieron a patrullar con normalidad.
Con este movimiento, Alberto Fernández eligió posicionar como principal opositor a la figura del Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Con Macri cayendo en las encuestas y aprovechando los duros cruces entre opositores, Fernández refuerza su idea de fragmentar a la oposición.
Así como en 2015 Cristina Fernández de Kirchner eligió a Mauricio Macri y en 2019 sucedió lo mismo a la inversa, el actual mandatario esta vez optó por Larreta que sea su opositor, que tiene una muy buena imagen según las últimas encuestas.
Se espera que en los próximos días ambos se reúnan para acordar la nueva fase de la cuarentena en el marco de la pandemia de Covid-19 que atraviesa el país.