La pandemia ha hecho que un sinnúmero de actividades de la vida cotidiana tuvieran que reinventarse. Una de las más afectadas sin duda fue la educación por las aglomeraciones, lugares cerrados, falta de ventilación en las instituciones educativas y el rango de edad que manejan las escuelas. Todo imposibilita un protocolo estricto en la mayoría de los casos. Estas dificultades son más hacia el protocolo, sin embargo en la mayoría de los países latinoamericanos salió a la luz un problema aún más grave. La falta de recursos educativos por parte de los estudiantes y docentes.
En Argentina, el ministerio de educación hizo un estudio a los docentes del país en el que el resultado es realmente preocupante. Sólo un 37% dijo tener acceso a una computadora para usar de forma exclusiva. Todo el trabajo de los docentes en este contexto tuvo que modificarse y el 66% afirmo que tuvieron que cambiar las estrategias de aprendizaje de los estudiantes. Además un 7% no logró adaptar la metodología a la forma virtual. Los docentes en Argentina y en casi todos los países latinoamericanos enseñan con herramientas demasiado básicas, la falta de recursos por parte del estado y de muchas instituciones hacen que esta nueva modalidad sea realmente un desafío para ellos y los estudiantes.
Además de este problema en cuanto a las herramientas de trabajo, la salud mental de los docentes se ha visto realmente perjudicada. Se trata de un punto sumamente importante porque es el eslabón que permite la contención, el cuidado, el acompañamiento y la toma de decisiones. También opera a favor de una persona saludable en su integridad. Surgieron casos extremos: en Colombia se han suicidado 2 profesores y en Chile 1, algo que demuestra que las instituciones deberían seguir de cerca con sus docentes.
Hace algunas semanas se hizo viral por redes sociales la historia de un joven residente de Malagüe, un pequeño pueblo a 400 kilómetros de la ciudad de Mendoza. El joven tiene que cruzar un río en una pequeña balsa para poder llegar a su escuela. Todo esto para recoger las cartillas que sus maestros le dejan preparadas para que pueda seguir estudiando en época de pandemia. Este es un ejemplo de la otra cara de la moneda, los estudiantes.
Un informe de la ONU, reveló que en Latinoamérica más del 95% de los estudiantes dejaron de recibir clases (se estiman en más de 156 millones estudiantes de colegios, universidades). Algo aún más preocupante es que un 60% fue por la falta de recursos. Los países han focalizado sus presupuestos nacionales hacia la salud, economía y seguridad. Es por eso que la educación ha quedado realmente relegada. La falta de comunicación hace que los estudiantes prácticamente tengan un 2020 perdido en el ámbito educativo.
La educación necesita una reforma estructural urgente. Las nuevas tecnologías permitan a los docentes y estudiantes poder acceder a la educación de forma más simple y brinda un mayor acceso para todos los pueblos y ciudades alejados de las grandes urbes. No hay que mirar lejos para observar buenas gestiones alrededor de la educación. Según un informe de la empresa de tecnología Cisco, Uruguay está dentro de los mejores 5 países con mayor conectividad educativa en el mundo. Este informe privado, señala que desde el 2008 se hizo una inversión de 238 millones de dólares a través del Plan Ceibal, un plan diseñado para la inclusión social y tecnológica.
Hoy en día da frutos el esfuerzo, el 100% de sus escuelas en el país tienen conectividad y un sistema capaz de llegar a cada rincón del país. La tecnología en la educación ayuda a tener más acceso a materiales, mayor capacidad de aprendizaje en alumnos y de capacitación en los profesores. Además mejora la utilidad de las TIC en los centros educativos, facilita el aprendizaje a distancia por medios electrónicos, así como un mayor nivel de colaboración entre alumnos y docentes más allá de las aulas.
Es necesario que estos proyectos se repliquen en este modelo educativo por el bien de los estudiantes y maestros. En este contexto tan particular es necesario tomar a la tecnología como aliado y no como un obstáculo.