El año pasado se hacía oficial la llegada de la central argentina Elke Karsten de 25 años al Debrecenis Vasutas Sports Club, equipo de la liga húngara, la cual es una de las ligas top que tiene el handball, para algunos la más importante del mundo. Karsten ya tenía experiencia en Europa, puesto que anteriormente jugaba en la Liga de España para el Bera Bera.
Como todo deportista, no todo siempre va salir bien, siempre hay obstáculos para los que hay que estar anímicamente preparado para que la carrera profesional no vaya en declive. Cualquiera puede pensar que el principal conflicto es el país, en un lugar donde no se habla español ni inglés es complicado que una persona argentina se maneje con normalidad si no se estudió el lenguaje anteriormente. Obviamente esto se presenta como una problemática pero no es la causante de los pensamientos confusos que tiene la joven central, con respecto a la continuidad en el handball. En una entrevista exclusiva para Pirámide Invertida, habló sobre lo que fue su vida personal a lo largo de su carrera profesional. “Siempre me gustó el handball, me encantó y me encanta. Yo empecé en la Asociación Alemana de Quilmes a jugar en serio porque la miraba a mi hermana que después fue convocada a la selección argentina cuando cumplió 18 años”.
Y también agregó que “lo malo es que me ponían como arquera y a mí nunca me gustó, primero porque es aburrido y aparte no me sentía cómoda; tuve entrenadores de los cuales aprendí de todos, pero Paula fue la más importante para mí porque fue ella la que decidió que yo jugaría de central, aparte ella me acompañó en mis primeros pasos en el handball y gracias a eso estoy acá, por eso siempre voy a estar agradecida con ella”.
Otro inconveniente a superar es la diferencia tanto en el idioma como en la cultura con su último destino en tierra española. “Cuando me fui a España pensé que era una locura, porque era dejar todo e irme sola, pero nunca imaginé que me iría para Hungría ni lo que me esperaba. Si antes fue difícil ahora ni te digo, igualmente mis compañeras me recibieron e hicieron lo posible para que me sienta cómoda pero es muy difícil estar en un país donde no entendés lo que te dicen; además en el equipo son todas húngaras, solamente una chica de Montenegro y yo somos las extranjeras encima acá las chicas son un poco cerradas, ahora dentro de todo algunas palabras entiendo”, explica. “Sin dudas venirme a Hungría fue el cambio más grande que hice mi vida. Estoy sola y no conozco a nadie pero competir contra los mejores del mundo me motiva mucho”, manifestó.
Otra situación por la que pasan los deportistas es cuando sufren graves o numerosas lesiones, ese momento en el que la rabia por no poder jugar se apodera de la mente a tal punto de ser el causante de la culminación de una carrera deportiva. “Cuando tuve la lesión en la rodilla no quería volver, ‘ya está, ya fue’ me decía, pensaba solamente en jugar tranquila con mis amigos pero con el correr de los meses note que me estaba sintiendo mejor y mi alma competitiva regresó enseguida”, dijo.
Todo esto repercute en la carrera profesional, pero el golpe duro lo tuvo cuando, con 13 años, levantó el teléfono y desde el otro lado le comunicaron que su padre había fallecido, en ese momento la tristeza y la depresión dominaron en su cabeza: “Cuando me dijeron que mi papá murió se me vino el mundo abajo, sin duda fue el peor momento que tuve en toda mi vida porque siempre estuvo para mí y que ahora no me vea lo que estoy logrando duele”. Pese a esa temprana pérdida, ella siempre lo recuerda: “Obviamente el vacío lo siento por más que hayan pasado 12 años, pero bueno pienso en él siempre. Cada vez que salgo a la cancha le pido ayuda y que me desee suerte para que tenga un buen partido, todos mis goles van dedicados para él que yo sé que vive conmigo tanto las victorias como las derrotas que tuve”.
Bruno Miqueas Quiroga, 2° B, turno mañana