La periodista y escritora bielorrusa, quien ganó el premio nobel de literatura en 2015, está transitando un momento ajetreado. El problema se produjo por las constantes críticas hacia el presidente de Bielorrusia Aleksandr Lukashenko, quien preside desde 1994 y al que la oposición tilda de dictador, ya que el 9 de agosto fue reelecto por sexta vez consecutiva con un 80% de los votos y muchos ciudadanos consideran que los resultados son fraudulentos, por lo que la oposición bielorrusa exige una repetición de los comicios.
Aleksandr Lukashenko acusa a Svetlana de intentar tomar el poder y de realizar un movimiento anticonstitucional, mientras que ella se escuda argumentando que no hizo nada ilegal, por lo que ejerció el derecho de no auto incriminarse y se negó a firmar lo que le propusieron. Ella no participó físicamente de las protestas pero es una figura clave en el movimiento opositor: “Lukashenko declaró la guerra a su propio pueblo» fue una de las frases que declaró al diario La República.
Alexiévich implora iniciar una negociación con Lukashenko, que pese a las evidencias de manipulación sostiene que en las últimas elecciones, los votos hacia su persona fueron reales. Ante esto, los ciudadanos enojados por el fraude y cansados de su falta de derechos civiles, la crisis económica y las represiones, generaron una ola de manifestaciones que podrían ser el inicio de una revolución, ya que son de las más importantes de la historia de este país.
La ganadora del premio nobel en 2015, pide ayuda al mundo ante esta situación porque el “dictador”, no dialoga con la gente y solo mantiene relación con Vladimir Putin, que le dio su palabra sobre de qué lado iba a estar. Como respuesta, el presidente endureció su discurso contra la oposición y volvió a mostrarse cercano al presidente ruso, a quien en un primer momento había culpado por tratar de influir en el proceso electoral, con el objetivo de que abandonase el poder.
Las protestas en Bielorrusia sumadas a las realizadas en Rusia contra Putin, para la ganadora del premio Nobel son señales de que algo está por modificarse. Plantea que estas marchas civiles ocasionalmente desatan guerras, pero que esta vez parece ser diferente porque las marchas son pacíficas y se están produciendo en distintos lugares del mundo de la misma manera, oponiéndose a los líderes que van en contra de los intereses de sus pueblos. La escritora bielorrusa confía en que este problema no va a estirarse mucho más y espera que países del resto del mundo intervengan en un período corto de tiempo, argumentando que Bielorrusia es un país chico para luchar solos contra el dictador que ejerce en el poder.
Pese al intento de ayuda de naciones como Alemania o Francia, Lukashenko se niega a todo tipo de consejo. Y ha puesto bajo el foco a los miembros destacados de la oposición y del comité de coordinación, como Alexiévich. Dos integrantes opositores fueron condenados a seis días de prisión.
En el decimoquinto día de las protestas, se manifestaron cerca de 200.000 personas en una plaza en Minsk. A continuación, se dirigieron al Palacio de la Independencia, donde trabaja el presidente. Un detalle no menor, es que la gente se manifestó de modo pacífico.
Svletana Alexiévich ve potencial en la idea de que las tres candidatas mujeres que compitieron entre sí, formen una alianza digna de un movimiento de resistencia. Las mujeres en la sociedad actual tomaron roles más preponderantes y Alexiévich interpreta que lo correcto es que en Bielorrusia sea de la misma manera.
«Nuestro objetivo es ayudar a superar la crisis política, no dar un golpe de Estado, como dice Lukashenko. Es ridículo pensar que hay 60 personas detrás de las protestas, la ciudadanía ha salido a la calle indignada por su cuenta», señala Kolesnikova.
La autora de “La guerra no tiene rostro de mujer”, indicó públicamente que no deben ceder y que deben ganar con el poder de sus convicciones. Además, espera que no haya derramamiento de sangre en unos futuros enfrentamientos. En un mundo que está en continuo avance, actitudes como la de Lukashenko, obsesionado con el poder y con un aparente fraude electoral, lo único que generan es un retroceso en todo aspecto en su país. Es por esto que la sociedad bielorrusa salió a las calles a protestar por sus derechos y por un país democrático. Mujeres nativas con un importante rol social, encabezan este movimiento que esperan que termine con un final feliz.
Tomás López Caratozzolo