A pesar de que el fútbol femenino está tomando cada vez más poder, aún hay terrenos en los que las mujeres todavía no son bienvenidas.
El más reconocido como un ambiente mayoritariamente de hombres es el de los directores técnicos; sin embargo, varias buscan erradicar esa costumbre de desigualdad de oportunidades. Actualmente, la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA) tiene 16 mil egresados y egresadas a nivel nacional pero solo 150 de ellos son mujeres.
Cinco hoy en día representan a cuatro equipos en primera división: Juliana Lozano (35 años) y Enriqueta Tato (32) dirigen a Huracán, donde jugaban cuando el fútbol no estaba profesionalizado y ya habían trabajado juntas en una organización en la Villa 31 llamada “La nuestra, fútbol feminista” en la que dan clases de fútbol a más de 100 niñas y mujeres. Buscan potenciarse a través de una dupla técnica para que sus conocimientos se unan y hagan al equipo más fuerte. Roxana Vallejos, encargada de llevar adelante a Rosario Central, comenzó como delantera en Independiente, pasó por Desamparados y Cartago de Costa Rica, por Boca y Estudiantes, equipo donde más tarde se retiraría. Karina Medrano (49) es entrenadora desde los 12 años y actualmente dirige a Lanús. En Dock Sud, lugar donde se crió y vive, le enseñó a jugar a su hermano en los potreros. Desde ahí supo que su pasión era dar indicaciones y a pesar de dirigir fútbol sobre césped, su trayectoria como jugadora pasó por el futsal en equipos como All Boys, El Porvenir y Huracán. Tatiana Monroy (38) es la única que no proviene del fútbol. Estudió ingeniería industrial en Bogotá y viajó a Buenos Aires para continuar sus estudios; cursó una materia relacionada con el deporte. Esta oportunidad logró que tome la decisión de realizar el curso de directora técnica en ATFA. Ejerció sus prácticas en la novena masculina de Argentinos, hasta que le llegó la oportunidad de unirse a Excursionistas, su actual club.
Estas directoras técnicas, de equipos de primera, se encargan de marcar la diferencia en un ambiente machista, dando el ejemplo de que con predisposición y esfuerzo se puede llegar a donde uno quiere sin importar el género ni lo que piense el otro.
Mariana Romagnoli y Micaela Cavaliere.