“El amor puede mover montañas, pero no basta para salvar a la persona que quieres”, escribe Salvador Mallo (Antonio Banderas) en su obra “La adicción”. Esta premisa atraviesa la trama y durante toda la película, de manera indirecta, pone en juego los conceptos dolor y gloria, dos cosas que persiguen a Salvador desde su niñez.
El personaje que encarna Antonio Banderas es un director de cine español muy famoso que, por barreras sentimentales y dolores físicos, se aleja del cine, de su razón de ser; entrando en una gran depresión. A partir de esto, Salvador busca alguna motivación en su vida, por lo tanto, decide contactar a un actor, al cual había dirigido en su primer éxito, y no hablaban hace más de 30 años para que presenten el remake de aquella película los dos juntos. Sin embargo, esta relación que establece Salva con Alberto Crespo (Asier Etxeandia), lo termina introduciendo en el mundo de la droga. A partir de ese momento, se muestran flashbacks de la vida de Salvador, desde su crianza dentro de un colegio católico hasta la relación que tenía con su madre (Penélope Cruz).
Nada es casualidad en la película. Los colores marcan lo que siente el personaje de Antonio Banderas, por eso la preponderancia del color rojo, que marca tanto la gloria como el dolor; los pocos tonos de azul, que se ven cuando el director va al médico, marcando un lugar seguro; el color verde de la campera de Salva, cuando el médico le da su diagnóstico, marcando el miedo que sentía; o incluso la casa de su infancia, blanca, el lugar más seguro para él.
Además, la música que acompaña a la película, es perfecta. Está en sintonía con el desarrollo de la historia, ayudando a la introspección y da dándole cierto dinamismo al film. El ejemplo perfecto de esto es la escena entre Salvador y Federico (Leonardo Sbaraglia), donde uno vestía de rojo y el otro de azul, mostrando nuevamente la relación dolor-gloria.
Los conceptos dolor y gloria engloban muchísimas cosas, pero solo una contiene ambas. Seguramente cada espectador se va a sentir identificado con algo de la película. Cada personaje tiene varias dimensiones, volviéndose algo totalmente orgánico, nada forzado y, por lo tanto, entrañable. Este es un film que invita a la reflexión personal, a ver hacía dentro e identificar su conflicto interno, como lo hizo Salvador. Sin dudas una conclusión que deja la película es que hay una sola cosa que junta el dolor y la gloria, el amor; porque el amor puede mover montañas, pero no basta para salvar a la persona que quieres.
Tomás Ordoñez, 2°A Turno Mañana