La pandemia por Covid-19 no es el único problema que deben afrontar en estas épocas en Argentina. Esta nueva preocupación comenzó a principios de abril en el sur de Brasil, lugar donde nace el Río Paraná, cuando las sequías y los escasos milímetros de lluvia en promedio azotaron la zona. Así, dicho río ha llegado a las medidas más bajas en algunos puertos importantes de Argentina, como por ejemplo en la ciudad de Rosario en Santa Fe. En las últimas medidas realizadas por el Instituto Nacional del Agua (INA), el pasado martes 26 de mayo, el caudal del Paraná en el puerto rosarino llegó a estar a 0,46 metros, la peor caída desde la década de 1970. Para tener una referencia el número promedio en esa zona es de 3,68 metros, diferencia abismal.
Estadísticas y pronósticos del Instituto Nacional del Agua sobre el río Paraná.
Estos efectos de la naturaleza traen consigo graves consecuencias para la economía nacional. Argentina es el principal exportador mundial de soja y maíz, pero con esta bajante de niveles superlativos se vio obligado a reducir las cargas en las embarcaciones que llegan a sus puertos debido al peligro que corren de encallarse, consecuencia del bajo nivel del agua. En sectores como el norte de Rosario, las cargas han tenido que llevarse hasta 10 mil toneladas menos, generando problemas en las ventas y en contratos con empresas extranjeras para los productores nacionales.
Lamentablemente para la Argentina, los pronósticos de grandes lluvias en el sector sur de Brasil se esperan para la llegada de la primavera austral, es decir fines de septiembre o principios de octubre, por lo que al día de hoy los trabajos de dragado a lo largo del Paraná trabajan a contrarreloj para poder acrecentar los canales y realizar su mantenimiento, rogando que las embarcaciones puedan circular sin ningún tipo de riesgo.