El aislamiento obligatorio pudo frenar muchas actividades, pero no evitar nuevos nacimientos. Pirámide Invertida se comunicó con María Eugenia de los Heros, quien tuvo Emilio, su hijo, el 14 de abril por cesárea.
“En la semana del 16 de marzo, cuando comenzó el aislamiento obligatorio, tuve mi último control con el obstetra, ya que estaba de 34 semanas. Seguí con ecografías y ecodoppler una vez por semana, mientas que con el obstetra me manejaba por Whatsapp. Luego de tres semanas, en la 37 de embarazo, vi a mi obstetra por guardia y programamos la cesárea, más que nada porque era chiquito el bebé y no estaba en posición”, explica.
Luego, analizó las medidas de prevención que pudo identificar: “La maternidad en la Trinidad la mantienen ‘normal’. Cuando ingresé dolorida, porque estaba en trabajo de parto, me hicieron el protocolo, me tomaron la temperatura, me hicieron unas preguntas y me dieron barbijo. Todo el personal del sanatorio se encuentra con máscaras de protección y tienen muy poco contacto con uno”.
En cuanto al rol del padre, señaló que «pudo estar en el quirófano», pero quedó internado con ella. «No podía salir y volver a entrar, y nada de visitas. Además, destacó que en la estadía, notaron que «hacían la limpieza 3 o 4 veces por día y desinfectaban todo”.
Así es la historia de Emilio, quien cuando sea grande sabrá que su nacimiento fue en un contexto social muy importante.