En la madrugada del 26 de abril de 1986 explotó el reactor N°4 de la planta nuclear de Chernóbil, ubicada en el norte de lo que hoy conocemos como Ucrania, cerca de la frontera con Rusia y Bielorrusia, que entonces era parte de la Unión Soviética. Este accidente provocó la mayor catástrofe nuclear a nivel mundial, dejó un saldo de 31 víctimas directas, incontable cantidad de personas con secuelas en su salud y una ciudad inhabitable a causa de la explosión.
Las nubes contaminadas y el viento en contra ocasionaron una lluvia radioactiva que afectó a muchas partes del mundo. A Ucrania y Bielorrusia les tocó la peor parte. A las personas se les sigue prohibiendo vivir dentro de una “zona de exclusión” de 2.600 kilómetros cuadrados, aunque todavía algunas, renuentes a cumplir con este mandato, habitan en zonas más cercanas.
En cuanto a Pripiat, la ciudad más cercana a Chernóbil, las autoridades de ese entonces decidieron evacuar a todos los habitantes, quienes no pudieron llevar consigo ninguna pertenencia. Incluso animales, tanto domésticos como de granja, los cuales tuvieron que ser sacrificados para evitar que la radiación se propagara. Es por eso que el aspecto actual de esta localidad es como de una “ciudad fantasma”, la misma atrae cada año a más turistas con mucha curiosidad.
Tras más de tres décadas y varios estudios realizados, notaron que dentro de la zona de peligro vive una gran diversidad de animales. Una de las tantas especies es la de los caballos Przewalski, quienes estaban a punto de extinguirse y hoy, para el asombro de muchos, se multiplicaron. Otro misterioso caso es el de las vacas que brindan leche contaminada. Un grupo de científicos de Reino Unido analizaron muestras de más de 10 granjas ucranianas. En seis de las granjas y hogares analizados, los niveles de cesio 137 fueron cinco veces superiores a los máximos permitidos para los adultos, mientras que en las 8 restantes, los niveles de cesio 137 fueron 12 veces superiores a los permitidos para los niños. Se considera que esto continuará siendo así hasta aproximadamente el año 2040.
A días de cumplirse el aniversario número 34, la ciudad curiosamente volvió a estar en el centro foco de atención, dado que se produjo un incendio forestal en la zona de exclusión provocando un n aumento de la radiactividad 16 veces superior al normalmente se percibe. Afortunadamente, el gobierno ucraniano declaró que los incendios han sido controlados y que las cenizas radioactivas que se esparcieron por Europa a causa de este no generarán ningún daño al cuerpo humano.