Este martes 28 de abril Diego Pablo Simeone celebro sus 50 años. Una vida que fue marcada por el fútbol que supo darle grandes alegrías como jugador y entrenador.
Rompió los paradigmas del fútbol moderno e implementó su doctrina. A pesar de las críticas como “anti-fútbol”, el Cholo Simeone revolucionó el fútbol internacional al crear equipos que mezclan el talento con la fortaleza física de sus jugadores, inculcándoles su pasión por el fútbol.
Oriundo del barrio San Nicolás de la Ciudad de Buenos Aires, se formó en las inferiores de Vélez Sarfield, en donde debuto profesionalmente en 1987. Desde el Fortín ya se destacaba en su posición como volante central por su entrega y sacrificio para el equipo, con el agregado de su disciplina táctica. A partir de allí, el Cholo recaló en equipos europeos; Pisa de Italia (1990-1992), seguido por Sevilla (1992-1994) que tuvo en su primera temporada como técnico a Carlos Bilardo y compartiendo la cancha con Diego Maradona.
En 1994 llega a Atlético de Madrid, en donde logró consagrarse campeón de la Liga del 95/96 y la Copa del Rey. En su estadía con el Colchonero fue capitán y símbolo del club, amado por los hinchas. Retornaría a Italia en 1997 para jugar en Inter y Lazio, cosechando un total de 6 campeonatos entre los dos clubes. Sus últimos pasos como futbolista se dieron en el Colchonero (su segunda estadía en el equipo español), y en Racing, hasta retirarse en 2006. Además, Simeone participó en la selección nacional entre 1988 y 2002, ganó dos Copas América de manera consecutiva (1991 y 1993).
Tras colgar los botines, Racing le dio la oportunidad para que se hiciera cargo del primer equipo, dando comienzo así a su gran carrera como entrenador en 2006. Si bien en Racing no se destacó, en su siguiente equipo, en Estudiantes, las alegrías aparecieron en la vida del Cholo: logró el Apertura 2006 y después el Clausura 2008 con River. San Lorenzo y Racing fueron los últimos clubes que dirigió en la Argentina antes de seguir su trayectoria por Europa. Catania le abrió las puertas a Simeone, que en un breve periodo, lo salvó del descenso. Hasta llegar al club de sus amores.
En 2011, firma con Atlético de Madrid, pero esta vez en un rol distinto. Desde el banco, expuso su visión de juego como nunca antes. Pudo plasmarlo dentro de la cancha generando que el Colchonero aparezca en los primeros planos no solamente en el fútbol español, sino en el ámbito internacional. A su manera, llevo al Atlético a lugares impensados: como el tercero en discordia por el titulo de la liga entre el Real Madrid y Barcelona, hasta llevarlo de manera consecutiva dos veces a la final de la Champions League. No hay duda que la relación entre ambos no tiene fecha límite.