El 12 de octubre de 1972 un avión de la fuerza aérea uruguaya sufrió un accidente en la Cordillera de los Andes dejando su fuselaje sobre la nieve. Viajaban 45 personas, entre ellas 17 eran jugadores del plantel del Old Christian (Club de Rugby), quienes se dirigían a Chile a jugar un partido. Luego de 72 días a 3600 metros de altura, soportando temperaturas de hasta -42°C, sin comida y sin ningún tipo de privilegio. Este catastrófico hecho se refleja en la película “Viven”, donde Nando Parrado y Roberto Canessa, tras 10 días de caminata a través de 60 kilómetros, lograron cruzar la cordillera y llegaron a Chile. Así pudieron avisar a las autoridades, y éstas y Canessa volaron en helicóptero a la zona llamada “El Glaciar de los Milagros” para rescatar a los sobrevivientes. Luego de todo esto se dieron cuenta de que fueron hacia el lado equivocado, porque Argentina estaba mucho más cerca que Chile y por ese motivo tardaron tantos días.
Gustavo Zerbino, uno de los sobrevivientes, fue ejemplo de supervivencia y superación, de actitud y solidaridad. En esta nota conoceremos su perspectiva sobre tiempos difíciles de cuarentena y dudas a causa del COVID-19.
Avión caído en la Cordillera de los Andes con algunos de sus pasajeros
Gustavo piensa que la gente necesita oponerse ante estas circunstancias y aceptar lo que digan las autoridades. Cree que si entre todos los ciudadanos hacemos caso a las instrucciones recomendadas vamos a salir mas rápido de esta situación, afirmó: «Hoy, al mundo le pasó un tsunami por encima y se detuvo. Entonces, toda la gente quiere volver a lo que había antes. Hoy tenemos una crisis que vino para quedarse, y depende solo de nosotros. Hay que sintonizar cuanto antes la solidaridad, el respeto y la obediencia a lo que nos piden los líderes, que son los que gobiernan y coordinan esta gran batalla contra el coronavirus».
«Es muy duro, porque nos piden estar adentro de nuestras casas. Antes, a la gente la mandaban a la guerra, hoy tenemos que estar en casa con nuestra familia», manifestó el ex jugador de rugby en una comparación muy cierta ante el escenario por el que estamos atravesando.
«No sirve de nada quejarse, ver escenarios y números negativos que producen miedo, angustia; la gente se tensa, se estresa. El estrés produce que la gente empiece a imaginarse escenarios apocalípticos . Yo estoy hablando contigo, y en realidad nadie sobrevive a la caída de un avión y a una avalancha que te sepulta tres días», aseguró Zerbino, que sobrevivió 72 días en una montaña donde lo único que podía tener era fuerza y esperanza para seguir adelante.
Lo que varios países quieren como Argentina y Uruguay entre otros es que la curva de crecimiento de contagiados y fallecidos sea estable y no se dispare de un momento para el otro. «Esta enfermedad no es más peligrosa que las demás. Lo que tiene es la velocidad de contagio: es tan rápido que hace una curva que, si se contagian todos al mismo tiempo, colapsan los sistemas de salud y no se puede atender a los enfermos, no hay respiradores, no hay personal médico que alcance. Ése es el problema», expresó Gustavo.
Comparando las dos crisis que el vivió confesó, «Los gobiernos, las Naciones Unidas, todo el mundo ayuda a la población. Nosotros estábamos solos, el mundo entero nos abandonó y nos dio por muertos». Luego de varios días en el cual buscaban al avión y a sus tripulantes, las autoridades dieron por finalizada la búsqueda dando por muertos a todas las personas que se encontraban en él. «Nos dimos cuenta que vivir o morir dependía solo de nosotros», reveló. Tal es así que tuvieron que decidir si comían carne humana de los muertos. Ya se habían quedado sin comida y la única manera de seguir sobreviviendo era hacerlo.
Bautista Janin