Facundo Mattos nació en 1984 en la ciudad de Buenos Aires y desde pequeño tuvo dos ideas en mente: viajar y emprender. A los 18 años visitó por primera vez Europa, solo y de mochilero por dos meses, y desde allí el objetivo era claro: conseguir recursos para nuevos viajes. A los 21 años salió por segunda vez, pero esta vez a recorrer América Latina en bicicleta durante tres años y 6.500 kilómetros. Pero al poco tiempo de haber partido, su viaje tomó un giro inesperado luego de todas las realidades que logró ver. Se tornó una cruzada de ideales, visitaba todo tipo lugares, desde comedores hasta Universidades intentando difundir un mensaje de paz y de reivindicación de los derechos humanos.
Luego que en 2008 un accidente le impidiera estar físicamente preparado para volver al camino con “Clementina”, su bicicleta, tuvo que buscar una alternativa. Sumado a este problema inicial, también se encontró ante el interrogante de qué podría brindarle el al mundo, ese “algo” positivo y especial que dar. Es así como toma la decisión de adaptar una camioneta para sus viajes que además le brindaría la oportunidad de llegar a más lugares, a más gente, además de contar con más espacio para su lo que decidiera.
En 2014 Facundo inició su viaje, dar la vuelta al mundo en camioneta y llevando consigo un castillo inflable, con el objetivo de llevar alegría a niños en zonas de alta vulnerabilidad social. “Un niño que juega es un niño sano. Los niños deben jugar y divertirse porque es la base de su desarrollo”, argumenta. Afirma que los juegos son el modo de formación del niño y que a partir de ellos se da el inicio de su formación integral como persona, no solo desde el aspecto social, sino también intelectual. Es en este viaje donde se conformó formalmente la ONG para solventar los gastos de mantenerse en la ruta y que su mensaje de reivindicación de los derechos de los niños llegara más lejos.
En 2018, tras cuatro años recorriendo comunidades, necesitaba que Expedición Sonrisa llegara a un nuevo nivel y ya no fuera únicamente una visita pasajera, sino que dejara algo permanentemente. Es por esto que, con ayuda de amigos, voluntarios y la ONG Acción Geoda, trabajaron arduamente para instalar el primer juego inflable fijo en Marruecos que tiene alcance a 23 comunidades de la región. Actualmente está en fabricación otro para ser enviado a Nicaragua y en planificación el mayor proyecto hasta ahora, una red de juegos solidarios para Argentina, donde la idea es lograr establecer uno por cada provincia. Este verano llevarán a Misiones el primer inflable para ser instalado y mantendrán uno en la Ciudad de Buenos Aires que ira visitando distintos hogares y comedores.
A pesar del éxito que están teniendo con sus metas, hacen hincapié en el rol clave de los voluntarios y los socios que colaboran con sus donaciones, sin las que sería imposible solventar los gastos de los continuos viajes.
En caso de querer sumarte o buscar más información ingresa a su página web: expedicionsonrisa.com
Milagros Pérez Pérez