El prisionero viste, por última vez, su uniforme color blanco. Le sacan las esposas y le preguntan si quiere decir algunas palabras de despedida. Lo llevan a una camilla para recostarlo y sujetarlo para introducir la primera inyección en su cuerpo para adormecerlo. En el momento final, se le inyecta otra droga que paraliza totalmente el corazón. Solo algunas personas (familia) pueden estar en la escena, detrás de un vidrio.
De esta forma se ejecutan a personas en Texas, es el estado con más condenados a pena de muerte en todo Estados Unidos. Si no recibe un probable indulto del gobernador, le darán fin a la vida de Víctor Saldaño, el argentino que permanece en el corredor de la muerte hace casi 2 décadas.
Este cordobés, a quien se lo acusa de matar a un viajante de comercio estadounidense en 1995 en una localidad de Texas, perdió su última apelación ante la corte suprema de justicia de Estados Unidos. Su ejecución es un hecho, pero no sería este año sino el año entrante.
El abogado Kenneth Williams es un profesor en South de Texas Collage of Law, el cual escribió muchos libros y artículos sobre la “pena de muerte”. Conoce mucho sobre el caso de Víctor y aseguró que no existe ninguna posibilidad de que se salve de la ejecución. Lo único que podría llegar a suceder es que consiga un indulto del gobernador republicano Gregory Abbott, pero es muy probable que no suceda nada de eso.
Para activar el proceso de ejecución, el juez tiene que fijar una fecha (algo que todavía no sucedió). En fechas de día de Acción de Gracias y Navidad, no se concreta ninguna fecha de pena. A todo esto, hay 5 personas esperando su momento con fechas ya aseguradas. Según la página del departamento de justicia de Texas, la última fecha pactada sería el 2 de abril de 2020, para un hombre que mató a una persona en 1993. Recién después le tocaría a Saldaño.
Según el proceso habitual, que pocos días de la fecha señalada, el prisionero debe ser trasladado desde su unidad penitenciaria (Saldaño ya está confirmado en Livington) a otro lugar ubicado en Hunsville, donde se llevan a cabo las ejecuciones.
Allí, los condenados tienen derecho a cumplir sus últimas voluntades. Piden que los visiten la familia y amigos, o sino solo llamarlos desde un teléfono sin tantas restricciones de horarios. Por lo general, a la mayoría de los prisioneros se le da brinda una última comida especial a su elección.
El momento de ejecución suele ser por la mañana, en donde al condenado se lo llevan a una habitación de unos 5 por 3 metros, de color verde; allí se encuentra una camilla con unos cinturones para sujetarlo. Un experto, cuya identidad permanece en secreto, controla todo el procedimiento. Antes de comenzar se le pregunta al reo si quiere decir algunas palabras y luego de eso se da comienzo con la primera inyección para dormirlo, para después dar paso a la siguiente, que paraliza totalmente su corazón. Las drogas que se utilizan permanecen en secreto en Texas, pero se estima que la sedación es a través de pentobarbital.
Tras la ejecución, la familia puede pedir el cuerpo. Pero esto raramente sucede y la persona fallecida es sepultada en el cementerio de penal.
Thomas Arroyo