La Ciudad de Buenos Aires se convirtió nuevamente en el centro de la celebración cultural con la decimosexta edición de la Noche de los Museos. A partir de las ocho, personas de todas las edades comenzaron a hacerse presente en los distintos focos, que luego se verían colapsados hasta el momento de cierre a las 3. Este evento realizado por el Ministerio de Cultura logró reunir más de 1.100.000 vecinos que salieron a recorrer y conocer los distintos rincones de 15 comunas.
En la oscuridad de la noche, fueron las distintas intervenciones artísticas las que concedieron luz a una velada mágica, llena de arte, diversión y entretenimiento. Alrededor de 280 espacios, en conjunto con algunas representaciones al aire libre, le dieron la posibilidad a miles y miles de hombres, mujeres, niños y niñas de disfrutar, escuchar y experimentar no solo sobre arte e historia, sino que también temáticas relacionadas a la ciencia, la tecnología, el fútbol y la música.
El momento inaugural fue realizado en la Torre Monumental, aquella que la colectividad inglesa obsequió por el Centenario de la Independencia en 1916. Allí, en tanto algunos escuchaban como la Sinfónica de la Ciudad dirigida por Mario Perusso daba un gran espectáculo, otros optaron por una visita guiada por las instalaciones.
Fuera de las cuatro paredes, uno de los eventos más sobresalientes tuvo lugar en el Obelisco. El monumento histórico comenzó a teñirse pasadas las 20:30 con las obras un artista de gran jerarquía, Julio Le Parc. Alrededor de 30 imágenes fueron proyectadas mientras que más de 30.000 personas caminaban por la Avenida 9 de julio para ver la extravagante exposición. Marcela Campos, quien pudo disfrutar del momento junto a su familia expresó: “Como trabajo por esa zona, para mi el Obelisco se transformó en algo de todos los días. Pero ayer, verlo todo iluminado y con distintas imágenes fue increíble. Fui con mi familia y unos amigos y tanto niños como grandes quedamos encantados con esa primera parte de la noche”.
El artista de 90 años, a quien se lo notó muy movilizado y emocionado durante esas horas, ya había realizado en los meses anteriores exitosas muestras en el Centro Cultural Kirchner (CCK) y en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), lugar en donde también se expuso parte de su creación.
La posibilidad de hacerse presente de forma completamente gratuita y fuera de los típicos horarios, también fue un factor decisivo para la gente a la hora de planificar. En relación a esta situación, Martina Sicilia, una estudiante de diseño, comentó: “Esta es una actividad que realizamos con mis amigos, la posibilidad de ir a varios museos en una noche es lo que mayormente nos convoca, porque podemos ver varias formas culturales en distintos espacios y solo en un par de horas”.
Largas colas se formaron por fuera del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, que sin duda fue uno de los más concurridos. Además de su usual itinerario, organizó el festejo por el Día de los Muertos. La posibilidad de adentrarse en las tradiciones y costumbres mexicanas convocó a centenares de familias y grupos de amigos. En el patio principal, la temática se hacía presente con música, luces de colores, gente con la cara pintada y muchas cosas más. Además, para los más pequeños había un stand de maquillaje, un área de selfies y un taller para la decoración de calaveras.
En estas horas, distintas entidades lograron generar variado contenido para satisfacer los intereses de la población. En la rama de la ciencia, los laboratorios como el Leloir realizaron diversas exposiciones. Sol Bencardino, una joven estudiante de biología quien realiza una pasantía en la institución explicó: “Se hicieron varios stands en donde se mostraba que es lo que se hace día a día en el laboratorio. El público tuvo la posibilidad de realizar ellos mismos los experimentos y de interactuar con elementos técnicos como los microscopios”. Asimismo, los clubes de fútbol como Boca, River, Argentinos Juniors y Chacarita se sumaron a la iniciativa, al igual que algunos bancos y bares, entre ellos la histórica confitería “El Molino”.
Pilar Misenti Nolazco