El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se puso firme en sus convicciones y se opuso fervientemente a la elevada inmigración que está sucediendo en su país.
El gran problema aquí es que las demandas de asilo, es decir, las personas de otros países que solicitan ser aceptadas en un determinado país para poder trasladarse y residir, se han incrementado considerablemente desde la llegada de Macron al poder. Tal es así que Francia ha tenido más demandas de asilo en el año 2018 que en el 2017, cuando Macron asumió como presidente. Esta discusión se agravó el año pasado, cuando el parlamento francés aprobó un proyecto de ley contra la inmigración, siendo este un proyecto que implica más severidad para el trato con los inmigrantes.
Macron ha recibido fuertes críticas de parte de muchos sectores políticos que no concuerdan con la política migratoria que está proponiendo. De hecho, las críticas parecen querer debilitar la imagen del presidente, el cual atraviesa un contexto complejo desde el punto de vista socioeconómico, puesto que el movimiento que impulsan los chalecos amarillos, permanentemente sale a la calle a impulsar protestas en contra del modelo económico de Macron.