En el año 2017, Pedro Saborido, humorista y guionista de Diego Capusotto y Tato Bores, entre otros, publicó el libro «Una historia del fútbol…», una serie de cuentos que relatan acontecimientos particulares vinculados al fútbol, con personajes que oscilan entre lo real y lo fantástico. En el cuento «Aquel hijo de mil p…», narra la historia de Lampeduzzi, un marcador central permanentemente denostado por sus hinchas, aparentemente por su bajo nivel.
El defensor, que jugaba en Victoriano Arenas estaba teniendo una pésima tarde frente a Deportivo Trafalgar. Diversos atacantes lo dejaron por el camino con extrema facilidad y los hinchas del conjunto de Valentín Alsina comenzaron a propinarle todo tipo de improperios. “Iban 20 minutos del primer tiempo y la frecuencia era de un avance cada 38 segundos”, relata Saborido, quien además agrega que el DT de Trafalgar indicaba a sus jugadores que se turnen para atacar por el sector de Lampeduzzi.
Finalmente, a los 30 cayó el primer gol: “Fue por una mala maniobra de Lampeduzzi, quien se distrajo al ser ovacionado por parar a Carrioti”. Tras el grosero error, todo el estadio coreó el clásico canto insultante que evoca a la madre de una persona acusándola peyorativamente de mantener relaciones sexuales a cambio de dinero. Tras seis minutos de insultos el jugador decidió decir “basta”. “Creo que es suficiente. Ustedes no hacen más que insultarme. Tengo una mala tarde. Es verdad. Pero no voy a jugar mejor si ustedes, como forma de evaluación de mi tarea, solo se dedican a putearme…”, se plantó Lampeduzzi. Los hinchas parecieron comprender y hasta contaron sus propias vivencias y errores en sus trabajos, y reconocieron que los mismos nunca desembocaron en una maraña de agravios.
Uno de los simpatizantes involucrados en la discusión resultó ser el Licenciado Mariani, psicólogo del club, quien propuso una sesión de terapia grupal para aclarar los tantos. Finalmente, en la reunión, muchos de ellos reconocieron haber insultado al defensor no solo por sus errores, sino también por cuestiones menores, como su peinado, su forma de festejar un gol o hasta por placer. El Licenciado Mariani concluyó que el problema no era de los hinchas, sino del propio jugador quien, según el profesional, estaba diseñado para ser insultado.
Lampeduzzi recordó en ese momento lo que alguna vez le dijo su madre: “Toda la familia te quiere. Pero siempre te estamos puteando. Por la espalda y sin que te des cuenta. No sé. Nos hace sentir bien. Pero mamá te ama la p… que te parió”. El otrora defensor optó por dejar el fútbol y ya nunca más fue insultado, en ningún ámbito. “Lejos de estar aliviado, siente que algo le falta. Quizás su papel en este mundo”, cierra Saborido.
Juan Ignacio Minotti. 2°B T.T.