La manzana albergada entre las calles Estados Unidos, Defensa, Carlos Calvo y Bolívar tiene una gran historia en la Ciudad de Buenos Aires. Allí, en 1897, de la mano del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, se inauguró el Mercado de San Telmo con el fin específico de abastecer a los inmigrantes que llegaban desde Europa.
Carnicerías, verdulerías y almacenes eran los principales negocios, acompañados por bares y billares. Luego de dos remodelaciones en 1900 y 1922, el Mercado adquirió su estructura actual, con vigas, arcos y techos de chapa y, en el 2000, fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
El cambio de dueños produjo un cambio de paradigma y objetivos. Hoy en día ya no queda prácticamente nada de aquel Mercado tradicional. Artículos antiguos como teléfonos, fonógrafos, cámaras fotográficas, juegos de tazas de té, muñecos y autos de colección predominan en las vidrieras y repisas de los locales. En los últimos años, además, se sumaron negocios que suelen encontrarse más en Palermo que en San Telmo: comidas rápidas, meriendas gourmet y cervecerías encontraron su lugar en este paseo turístico.
El brusco cambio de timón trajo repercusiones acerca de los pros y las contras, como con todo cambio. En el siguiente video, se verán las distintas opiniones, tanto de vendedores, como de vecinos y visitantes frecuentes.
Para los locales que se mantienen con la venta de artículos antiguos fue una gran salvación ya que los nuevos negocios atraen a un público joven que antes no se veía y las ventas subieron. “Beto”, dueño de Mundo Beat, es un claro ejemplo del beneficio que produjo la adición de locales modernos. En contraposición, Gloria, vecina del Mercado, expuso distintos motivos por los cuales no está contenta y no le representa algo positivo el cambio: contaminaciones por basura y chimeneas que expulsan el típico olor de la cocina directamente a su edificio. Otro caso es el de Laura, visitante asidua del Mercado, que confesó su disgusto con este cambio ya que le gustaba más el tradicional paseo de compras.
Una producción especial de: Martín Bugliavaz, Agustín Mazzolini e Iván Pace.