Luego de consagrarse campeón en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 con una increíble actuación, el líbero chivilcoyano de la selección argentina de vóleibol, Franco «Pachi» Massimino, armó las valijas para irse a Francia con su familia. Allí encarará una nueva temporada en el Chaumont VolleyBall 52, que viene de salir subcampeón en la temporada pasada.
Más allá de su paso por diferentes equipos de la Liga Argentina de Voley, como Puerto San Martín, La Unión de Formosa, Lomas Voley y Obras de San Juan, Massimino tendrá la gran ocasión de jugar por primera vez en el exterior, y en una de las ligas más poderosas del mundo. Contará sus experiencias en el seleccionado luego de obtener el oro en los Panamericanos de Lima y también sobre los conflictos que están atravesando a nivel dirigencial.
– ¿Qué sensaciones les quedaron a nivel grupal después de haber logrado el primer lugar en los Juegos Panamericanos?
-Es muy difícil de explicar. Imaginate lo que es ese momento tan lindo, con la medalla de oro colgada en el pecho. Un momento inexplicable e inigualable. Por otro lado, a nivel grupal nosotros somos conscientes del lugar que ocupamos y hacemos, incluso, más de lo que nos compete por dejar a la selección en lo más alto posible y representar de la mejor manera al país. Del lado dirigencial no tenemos el mismo apoyo, eso ya se sabe. El reclamo que estamos haciendo es claro. El problema no viene de ahora, sino de hace muchísimos años, entonces espero que los dirigentes hagan lo necesario para poder solucionar esto.
-Al tener un largo trayecto como jugador profesional ya asentado, ¿cómo viviste estos Juegos Panamericanos?
-Creo que a medida que pasan los años uno se pone más pensativo y maduro. Para algunos de nosotros estos Juegos eran la última competencia con la selección en el año, por eso uno trata de disfrutarlos más allá de la competencia que es lo que nos alimenta como deportistas. Son momentos que no se viven todos los días y que no todos tienen la oportunidad de vivirlos. Me siento un privilegiado de haber podido estar ahí y de colgarme la medalla de oro junto a mis compañeros. Todavía la disfruto cuando miro el partido por la tele.
-¿Tuvieron algún tipo de comunicación con los demás jugadores seleccionados que viajaron a Japón por la Liga de las Naciones?
-Si, por supuesto. Somos todos compañeros y somos todos partes de lo mismo. Todos defendemos la misma camiseta, a algunos nos tocó representar al país en los Juegos Panamericanos y a otros en la Liga de Naciones. Entrenamos juntos y también todos somos parte del reclamo hacia la dirigencia, incluso con la selección femenina. De los 28 que somos, el año que viene a Tokio viajan sólo 12, entonces cada uno va a apoyar al resto desde el lado que le toque. Hace muchos años que la gran mayoría venimos jugando juntos y eso nos hace fuertes antes las adversidades, como el problema dirigencial y económico que estamos atravesando por no tener el apoyo necesario.
-Al dividirse en dos equipos para afrontar las competencias que se cruzaron en el calendario, ¿Se formó una selección «A» y una «B»?
-Nosotros decimos que tenemos una selección «A» y una «Doble A» a modo de chiste. La realidad marca que cualquiera de los que fuimos a los Juegos tienen la capacidad de afrontar los Preolímpicos y viceversa. Es una cuestión organizativa porque hay eventos que se juegan en simultáneo y la única manera de afrontarlos es dividiéndonos.
-¿Qué análisis hacés del nivel del voley en Argentina?
-En cuanto a nivel de jugadores y de la Liga Nacional tenemos un gran nivel, con jugadores de porte internacional que se encuentran en un gran momento. Pero por otro lado, tenemos un millón de «quilombos» dirigenciales, de logística y muchas cosas más que nos perjudican y no dejan crecer el deporte.
Damián Giacomasso, 2º B, turno mañana.