Para quienes las consumen son cómodas, modernas y rápidas. Para sus empleados, una fuente de trabajo carente de normas que la regulen. Las aplicaciones Glovo, Rappi y Pedidos Ya llegaron a nuestro país para quedarse, pero más allá de su utilidad y su “toque moderno” son una de las nuevas formas de precarización laboral del Siglo XXI ya que no están reguladas.
Trabajar para estas apps es bastante sencillo: el interesado se descarga la aplicación, registra su DNI, sube su foto y es contactado. El sitio web de Rappi propone “Conectate cuando quieras. Ganá dinero y seguí disfrutando de tu familia y amigos. Repartí tu tiempo entre tus estudios, trabajo o cualquier otra actividad que hagas” Fácil, ¿verdad?
La realidad dista bastante de las promesas: Los contratados (porque no se genera empleo, sino que cada uno debe ser monotributista) ganan una suma por viaje, mientras se desplazan en su propia bicicleta. Además, deben comprar su propia mochila para llevar los pedidos. Es decir, ni siquiera les dan en comodato el elemento que llevan por toda la ciudad publicitándose.
Las ganancias, como era de esperar, no son demasiado abultadas para los jóvenes que deben estar atentos a la aplicación unas doce horas seguidas. Suelen ser unos 800 pesos por día, si tienen “suerte” y llueve un poco más ya que cobran “un plus”. ART es una sigla que los chicos (en buena parte extranjeros dado que los requisitos para ingresar en el sistema son mínimos) desconocen. Si tienen un accidente, nadie se hace cargo. Cabe recordar que en abril de este año Ramiro Cayola Camacho circulaba por la zona de Retiro con la caja de Rappi en su espalda cuando un camión lo atropelló y lo mató en el acto.
También en abril, el juez Andrés Gallardo ordenó al gobierno porteño que en forma inmediata prohibiera en todo el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la actividad de las firmas responsables de los servicios de reparto a domicilio Rappi, Glovo y PedidosYa. ¿Se cumplió? No. Las aplicaciones siguen funcionando y los repartidores continúan en las calles.
Entre otras cosas, el fallo pedía la utilización por parte de los conductores de casco homologado y de indumentaria con bandas reflectivas y apropiada para utilizar en días de lluvia y en época invernal; la utilización de caja porta objetos asegurada firme y mecánicamente al vehículo, impermeable e inoxidable, de tapa hermética, revestimiento interno de material liso y fácil limpieza y que en caso de transporte de alimentos que requieren refrigeración, posea un sistema refrigerante o de aislación del calor; y en caso de transporte de alimentos, poseer el conductor libreta sanitaria expedida por autoridad competente.
Desde las empresas perjudicadas se manifestaron en contra y a su vez abriendo la posibilidad de diálogo. Los responsables de Rappi destacaron que es una medida que pone en riesgo la continuidad de miles de fuentes de trabajo y expresaron su preocupación en una situación inédita a nivel mundial. En el caso de Glovo, destacaron la necesidad de diálogo y la importancia del servicio en la generación de empleo. Creen que es fundamental generar una mesa de trabajo y llegar a una solución ya que para la mitad de los comercios que generan ingresos con las apps, las órdenes generadas por este tipo de empresas representan entre el 50 y 75 por ciento del total.
Frente a esta desidia, los trabajadores crearon la Asociación de Personal de Plataformas (APP) (que se convirtió en el primer sindicato de plataformas digitales del país y de América en pedir su inscripción formal para representar a los trabajadores del sector). Pero la vía pública continúa cobijando a cientos de repartidores, en su mayoría muy jóvenes, que buscan sobrevivir y trabajar cueste lo que cueste.
Pablo Frontini