Son 21 los años que Darío Carpintero lleva jugando en el fútbol de ascenso con más de 500 partidos entre siete equipos diferentes. En su carrera logró tres campeonatos y la promoción a la siguiente categoría. Pero aún con tan experimentada trayectoria, la vida del defensor de 37 años es un claro ejemplo de lo que muchos jugadores de las más bajas categorías viven todos los días. A pesar de consolidarse en el fútbol de ascenso y como titular en cada equipo donde jugó, necesita de un segundo trabajo además del fútbol para poder vivir tranquilamente. Esta es su historia. Otra historia. La historia.
Comenzó a jugar de muy chico al fútbol baby en el club de su barrio en Villa Soldati, sin hacer inferiores hasta los 12 años cuando René Houseman lo llamó para que se probara en Huracán. Ahí comenzó a entrenarse con un buen rendimiento pero sin poder llegar a fichar, con la excusa de que debía esperar al final del campeonato para hacerlo. Cansado de no ser tenido en cuenta, deja el club y con 15 años acepta una propuesta de un amigo para probarse en Yupanqui, donde queda seleccionado. Tras un campeonato en quinta y tres partidos en tercera llegó al primer equipo, teniendo su debut con tan solo 16 años. En el 2001 llegaría la hora de mudarse de equipo y ni más ni menos al club del cual él es hincha, Sacachispas. En el club de Villa Soldati tuvo tres etapas donde jugó 289 partidos y convirtió 16 goles, consiguiendo tres campeonatos y ascensos. Carpintero es uno de los ídolos que tiene el club, ganándose el cariño de la hinchada que lo homenajeó con un mural en su barrio.
En 2004 le tocó vivir uno de los peores momentos para un futbolista. Tras perder la semifinal del reducido uno de sus compañeros se ve involucrado en una pelea con el árbitro por anular un gol en posición adelantada que claramente no fue. Darío ve el tumulto de personas y va a separar a los dos que estaban discutiendo y por un mal entendido o una decisión extra futbolística entra en el informe de los jugadores. El fallo le dio un año de suspensión por un supuesto golpe al cuerpo y a pesar de que siguieron reclamando, la sanción fue removida recién siete meses después. Pero la mala suerte seguiría al defensor cuando en el primer partido que juega tras la suspensión se rompe los ligamentos de la rodilla. Entre tantas malas noticias llega una buena, la rápida e increíble recuperación que duró tan sólo 3 meses.
Los equipos restantes donde jugó fueron: Justo José de Urquiza(2009-2010), Ferrocarril Midland(2011-2012), Talleres de Remedio de Escalada (2012) y Excursionista (2013-2015). En la actualidad juega en Lamadrid desde el 2018.
Desde 2004 le toca vivir una realidad que representa a muchos jugadores de ascenso. A pesar de tantos años siendo futbolista profesional, la mala situación económica de la categoría lo obliga a realizar otro trabajo al mismo tiempo “para poder estar tranquilo en lo económico”. Comenzó trabajando 8 horas diarias en un supermercado durante 4 años, a la vez se le sumaba al entrenamiento con su equipo, consumiendo mucho tiempo de su día y siendo muy cansador. En la actualidad trabaja con camiones de recolección de basura, puesto que consiguió hace 12 años gracias a Sacachispas (de sus 11 titulares había 9 trabajando en recolección). “Un día normal en mi vida se basa en llevar a mi hijo a entrenar, después lo hago yo hasta el mediodía, luego salgo corriendo a mi casa para cambiarme e ir al otro laburo donde trabajo hasta la noche que vuelvo a casa. El único momento que puedo compartir tiempo con mi familia”, la palabra de Darío sobre lo que es un día de su vida.
Carpintero cree que el ascenso crece poco a poco desde la llegada de Tapia, ya que el presidente de la AFA le está dando más importancia al fútbol de menor categoría por la experiencia que tiene como máxima autoridad en Barracas Central. A pesar de esto, ve un ámbito donde el jugador del ascenso vive realidades que el de primera no está ni cerca de experimentar y que para mantenerse firme debe tener una cabeza fuerte y seguir adelante.