La industria automotriz fue uno de los rubros más afectados por la recesión del año pasado. Es cierto que la devaluación del peso provocó que para muchos ciudadanos de clase media, llegar a obtener un auto 0km es prácticamente imposible hoy en día. Los planes sufren aumentos mensuales abismales, los precios al contado han subido hasta un 88% en doce meses y por todas estas trabas, el negocio sufrió un decaimiento muy fuerte.
La producción nacional de vehículos se redujo en mayo a 30.280 unidades, 35,3% menor al año 2018, se estabilizó por cuarto mes consecutivo en un ritmo de un modesto nivel de 360.000 máquinas al año, por debajo de la mitad de la capacidad instalada en el conjunto de la industria. Las ventas a concesionarios descendieron a 27.947 unidades, 63,1% inferiores a las de igual mes del año anterior, informó Asociación de Fabricantes de Automotores (Adefa).
En marzo se vendieron 38.864 unidades 0km, mientras que en el mismo mes de 2018 fueron 85.388 los vehículos registrados. Esta cifra, además, representa una caída del 3,1% en comparación contra febrero. Las ventas acumuladas en el primer trimestre del año totalizan 139.086, lo cual refleja un desplome del 49,5% frente a las 275.555 unidades del mismo periodo de 2018, que había sido récord histórico para el sector.
Es por eso que el Gobierno vio la necesidad de intervenir para tratar de subsanar un negocio que puede ser de mutuo beneficio, ya que las empresas fabricantes pierden mucho dinero a causa del presente económico del país y los ciudadanos ven que el sueño de obtener un nuevo auto resulta imposible.
La idea del Gobierno es que el acuerdo con la industria automotriz genere nuevas oportunidades y haya una bonificación entre $50.000 y $90.000, de autos hasta media gama, inicialmente con un cupo de $1.000 millones para unidades de $750.000 en el primer caso y $2 millones en el segundo.
Las empresas que participan del acuerdo son: Peugeot, Renault, Ford, Volkswagen, Audi, Chevrolet, Citroën, Fiat, Honda, Nissan y Toyota.
Nicolás Mazzola