Tras el viaje a la Luna en 1969, la NASA sueña con una quimera aún más complicada: el viaje a Marte aparece como esa colina empinada que parece no tener fin. Cincuenta años después, solo en las clásicas aventuradas películas de Hollywood (Infierno Rojo en los años 90, o “The Martian” hace poco), se pudo visualizar una situación semejante. Ni en los mejores proyectos, trabajos o proyecciones realizadas hasta estos días se ve algo ni parecido a una posible vía para poder alcanzar el planeta rojo.
Sin embargo, Alyssa Carson, una joven centennial, no tiene tantos tapujos con las métricas y planificaciones que predicen que el viaje es de difícil realización. Desde niña, a principios de siglo, su obsesión con Marte fue absolutamente notoria. “Mi historia comenzó a los 3 años cuando, como un niño normal, estaba mirando programas para chicos de mi edad y le pregunté a mi papá, Brett, si era posible viajar a Marte”, explicó en el marco de una conferencia en la consultora Accenture sobre su inicio en este sueño particular y cuasi imposible. Tan férreas eran sus convicciones de poder ser la primer astronauta en colonizar Marte que su padre, Brett Carson, la acercó a la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio) para nunca abandonarla. Se somete diariamente a un riguroso entrenamiento físico y mental para poder estar apta para realizar el viaje para el que dedica todo el tiempo de su vida.
En su periplo por Argentina brindando varias conferencias y charlas, remarcó la importancia de “contar lo que soñamos” y perseguir los sueños por más imposibles que resulten. A pesar de su corta edad, muestra una gran capacidad de transmitir sus conocimientos, ideas y pensamientos en perfecto castellano (es uno de los cuatro idiomas que habla) a una audiencia para nada inexperta. En la conferencia antes mencionada, expresó: “Sé que para muchas personas es imposible realizar un viaje a Marte, ahora existe una posibilidad más real”.
Para poner en contexto la dificultad de la misión que pretende encarar Alyssa, un ingeniero argentino que trabaja en la NASA, Miguel San Martín, charló con Infobae y aseguró que “aterrizar en Marte es mil veces más difícil que poner un hombre en la Luna”. Además, explicó el alto riesgo que corre la tripulación que incurra en el viaje, aún más complicado que el realizado hace 50 años, incluso con los grandes avances tecnológicos: “Es más díficil porque queda más lejos, porque al astronauta hay que exponerlo a la radiación, se llega a altas velocidades y después para despegar de Marte, que tiene una gravedad mucho más alta, se necesita un cohete más grande”.
En base a esta explicación, podemos certificar que el viaje es una quimera en los tiempos que hoy corren. En contraposición a todos los palos en la rueda, nada detiene el sueño de Alyssa. La joven se entrena en el Centro Marshall de Vuelos Espaciales a destajo, y pasa la mayor cantidad de sus días en la NASA: realiza entrenamientos y prácticas con elementos de robótica y aviación para ampliar sus conocimientos. Todo en pos de su inalterable objetivo de viajar a Marte.
Además de su incipiente carrera en la NASA, “Blueberry”, como la apodan por su característico traje azul, aspira a ingresar al afamado instituto MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets) para graduarse como astrobióloga, otra muestra cabal de su obsesión inalterable. Con los conocimientos sobre la dificultad de viajar a Marte, queda claro que la preparación de Carson debe ser exhaustiva, tanto física, mental e intelectual, y el estudio de una rama tan importante como la astrobiología es un aliciente más para contribuir a lograr su sueño de toda la vida.
La historia de esta joven funciona como inspirador para aquellos jóvenes que no visualizan un futuro ideal para ellos. Esos que deambulan entre varios horizontes posibles, algunos por conveniencia, otros por pereza, para que sepan y conozcan la historia de alguien que soñó con un viaje imposible, una quimera, y no da pasos al costado en su objetivo. Alyssa Carson es, a fin de cuentas, una soñadora que va detrás de su sueño. En definitiva, busca ser feliz.
Diego Ariel Salgado