El público del tenis suele ser bastante crítico con respecto al comportamiento de los jugadores y lapidario con quienes considera irrespetuosos o exageradamente efusivos. Del Potro es uno de los jugadores más queridos del circuito, no solo por su talento y carisma, sino porque suele ser especialmente cuidadoso de sus formas en la cancha, más allá de algún cruce puntual con algún rival.
En el partido jugado el lunes en la cancha Suzanne Lenglen, por los octavos de final de Roland Garros ante Karen Khachanov, ante la presencia de Carlos Bianchi, ídolo de Delpo, mostró una versión totalmente distinta. Desde el primer set se lo notó incomodo consigo mismo, pero también se quejó de algún movimiento que le causó desconcierto entre el público y hasta de la suerte y efectividad que tuvo durante el partido su rival. Inclusive varias veces estrelló su raqueta contra el anaranjado suelo parisino. Pero lo más extremo llegó al comienzo del tercer set, cuando se golpeó en más de una ocasión la cabeza contra la raqueta, evocando al ex top ten ruso Mijail Youzhny, quien, en una acción similar, en el Masters de Miami en 2008, se abrió la cabeza.
Tras su derrota, la Torre de Tandil bajó las revoluciones y se despidió cordialmente del público local, que le brindó su cariño durante el torneo y lo alentó especialmente ante la adversidad del último set. En la conferencia de prensa posterior también decidió calmar las aguas y hacer hincapié en el buen torneo disputado a partir de su condición física. “La segunda semana era para disfrutar. Me voy haciendo un gran torneo para lo que vine a hacer y para mis condiciones de hoy en día”, declaró el argentino. Por último, pese a haber caído al puesto 12 del ranking tras su derrota, se mostró optimista de cara a su futuro inmediato: “Mañana hablaremos de mis próximos torneos, que serán posiblemente Queens y Wimbledon. Y no vamos a estar hablando de tiempo de recuperación, de rehabilitación. Eso es lo que quería con este torneo.”