El libro da un relato pormenorizado de todo lo que Ana, apenas una niña, tuvo que pasar junto a su familia mientras huían del ejército Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Cuestionamientos a la coyuntura, las condiciones pésimas en las que vivían y la ilusión de algún día poder salir y vivir normalmente hacen al argumento principal de este diario íntimo de una pequeña que solamente quería ser libre.
Situarse en lo que fueron los tiempos de la Segunda Guerra Mundial es casi imposible para cualquiera de nosotros. Son inimaginables las condiciones en las que tuvieron que vivir no solo los que combatieron, sino los múltiples refugiados que fueron migrando por toda Europa perseguidos por el nazismo.
Si bien se han hecho múltiples películas, documentales o series que cuentan lo sucedido en aquella época, entiendo que la literatura es lo que mejor le ha dado forma a esos relatos por una simple razón: muchos de ellos son en primera persona. Uno de estos casos es el ‘Diario de Ana Frank’.
Este libro es, ni más ni menos, que lo que reza su título. Es el diario íntimo de Ana, una niña judía que tuvo que huir de su casa en Alemania junto a su familia en el momento de mayor auge del ejército Nazi, cuando Adolf Hitler amenazaba con “purificar” la humanidad en búsqueda de crear la “raza aria”.
En el momento en el que tanto ella como su padre Otto, su madre Edith y su hermana Margot emigraron a un refugio en Holanda, Ana tenía apenas 12 años. Consigo se llevó al diario al que llamó ‘Kitty’, donde documentó todo lo que sucedió casi que día por día en “el anexo”.
En sus escritos Ana dejó un documento real de lo que vivían no solo los Frank, sino los miles de judíos que debieron desparramarse alrededor de todo el continente europeo para poder sobrevivir. El encierro, no poder ver la luz, comer comida casi podrida y bañarse muy de vez en cuando son solo algunas de las experiencias que están plasmadas en el libro.
El diario cuenta cómo la pequeña debió crecer de golpe entre los años documentados que van de junio de 1942 hasta agosto de 1944. Explica que tenía que ayudar en los quehaceres del hogar, cómo la lectura constante sobre cualquier tema la distraía e inclusive cómo se enamora de Peter, uno de los chicos con los que compartía “la casa de atrás” y soñaba qué harían el día que ya no tengan que esconderse.
A su amiga Kitty, Ana le relata paso a paso cómo fue mutando la relación con su familia más cercana y el rechazo que le producían varias de las personas con las que estaba encerrada. Devota de su padre, del que admitía ser ‘la preferida’. Lo contrario con su mamá, a la que acusaba de siempre mediar para el lado de su hermana. A lo largo del relato tienen varios encuentros y desencuentros, al igual que con Margot. Al principio las cosas son tensas, pero el tiempo las volvió cómplices.
La única conexión que había con el mundo exterior era algún diario que podía llevarles quien les proveía los víveres o la radio. Una vez por día, todos los integrantes del refugio se reunían para escuchar las noticias de la guerra, qué sucedía con los enfrentamientos que mantenían los fascistas contra los aliados.
A medida que el libro transcurre, Ana cuenta no solo lo que le sucedía en el momento sino también cómo era su vida afuera. La joven Frank explica con lujo de detalle en distintos pasajes cómo Hitler avanzó poco a poco con su plan, no fue algo de un día para el otro.
La creación de escuelas para judíos primero, la limitación a qué espacios podían asistir o no, el toque de queda que regía desde un horario y, finalmente, la persecución y posterior traslado a los campos de concentración. “¿Cómo será morir en la cámara de gas? ¿Dolerá?” Se pregunta en varias oportunidades en una de las frases más desgarradoras que tiene el relato.
De principio a fin en sus escritos, Ana cuestiona constantemente el status quo tanto del momento sociopolítico como de lo que se vive en el refugio. ¿Por qué nos apartaron? ¿Por qué hay gente capaz de hacer esas cosas? ¿Qué hicieron los judíos para merecer semejante persecución? ¿Por qué acá las mujeres cocinan y no los hombres? ¿Por qué no puedo verme con Peter cuando se me plazca? ¿Por qué no puedo contestar mal a un adulto si él no me respeta?
Si bien tiene momentos en los que se torna un poco repetitivo y hasta de una lectura muy llana, el valor per se que tiene no es precisamente por ser una pieza de antología. Se trata de uno de los documentos históricos más importantes que se hayan rescatado y, excepto algún que otro fragmento, Otto Frank decidió cuando lo encontró que se publicara tal cual había sido escrito.
Por otro lado no deja de ser admirable la claridad con la que una nena de entre 12 hasta 14 años, según iba transcurriendo el texto, plasma en hojas de manera sumamente certera sus sentimientos. Sentir empatía y hasta escalofríos en bastantes momentos termina siendo inevitable en poco más de 200 páginas que se tornan imprescindibles de explorar si queremos estar algo más cerca de saber el calvario que desató la locura inexplicable que fue el holocausto.