La primera institución educativa pública 100% sustentable en Argentina cumplió un año. Se trata de la primaria rural N°12, ubicada en Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires. Allí, concurren 80 alumnos de entre 6 y 12 años, los cuales orgullosos irradian gran entusiasmo cuando les toca hablar de su escuela, tan distintas a las otras.
La institución fue construida por la ONG uruguaya Tagma e ideada por el arquitecto estadounidense Michael Reynolds, ícono de la construcción ecológica. Contó con financiamiento y acompañamiento de empresas como Unilever, Direct TV, Ala y Disney. La obra comenzó el 1 de marzo y culminó en tiempo récord. Tan sólo 45 días fueron suficientes para concretar el proyecto. Participaron 200 personas y se utilizaron 25 toneladas de materiales reciclados y el resto madera. 2 mil cubiertas usadas, 4 mil botellas y 8 mil latas dan forma al edificio de 300 m2. Cuenta con tres aulas y funciona en dos turnos; mañana y tarde. Alberga allí alumnos de primer a sexto grado de primaria.
El establecimiento autosustentable recoge en su techo agua de lluvia para almacenarla en tanques y la filtra. Ésta es la que usan los alumnos y es la que se utiliza para dar riego al invernadero. El huerto genera su propia energía eléctrica a través de paneles solares y por su orientación aprovecha al máximo los rayos del sol todo el año para mantener una temperatura estable entre los 18°C y los 25°C. Este sistema permite crear las condiciones ideales para tener plantas tropicales como papayo y banano, entre otras.
Este proyecto no se limita a nuestro país. Tagna tiene como ambición construir una de este tipo en cada país de Latinoamérica. La primera en nuestro continente se levantó en la localidad charrúa de Jaureguiberry en el 2016, la cual también contó con el equipo de Eartship Biotecture, la empresa de Reynolds. «El apoyo del sector privado es muy importante para nosotros. Unilever fue el único gran sponsor que tuvimos en Uruguay y el principal en Argentina porque gracias a ellos se sumaron otras empresas. Han demostrado que realmente tienen planes que van hacia la sustentabilidad», remarcó Juan Pablo Méndez, responsable de Comunicación de Tagma.
El lugar sirve como una herramienta pedagógica muy poderosa. Les permite a los alumnos comprender los fenómenos climáticos y los puntos cardinales. Conocer el papel fundamental que cumple la orientación de la escuela con respecto a el aprovechamiento de los vientos del sur y el sol, el cual es utilizado para abastecer de energía los paneles solares y para calefaccionar de forma natural el lugar mediante la galería vidriada. Ellos, a su vez, debido al interés que genera el colegio, forman parte del programa Custodios del Territorio, de la red de Unesco, la cual tiene, entre sus diversos propósitos, observar y contar las aves en la zona de la laguna de Mar Chiquita. Los directivos sostienen que los graduados el año pasado que comenzaron el secundario en zonas aledañas tienen un gran nivel en Ciencias Naturales y suelen recibir grandes elogios.
Emma, una alumna de la institución, comentó que la escuela generó un impacto muy positivo en ellos. «El año pasado fue muy emocionante. Antes no sabíamos qué era la sustentabilidad. Aprendimos mucho y tenemos un gran entusiasmo por venir a la escuela. No nos gusta faltar», expresó alegre. La educación de los niños a través de la experiencia genera que se desarrollen como agentes de cambio para construir un mundo mejor.
Sebastián Rojas