Sin ningún lugar a dudas, Argentina es un país que tiene en casi todos los casos como primera prioridad al fútbol, pero si hay algo que también es cierto es que el argentino se suele identificar con las diferentes selecciones que representan a su país en una competición internacional. Los Juegos Olímpicos, generalmente son una muestra de la importancia que se le da al deporte en este territorio ya que se le da una relevancia similar o apenas menor de la que se le da a un Mundial de fútbol.
Dentro de esos deportes que aún no son tan populares el handball es uno de los que más creció en los últimos años a partir de la gran actuación en los Juegos Panamericanos de 2011 disputados en Guadalajara, México. En este país siempre se valora algo el doble cuando existe una situación con un tono épico; algo que sin ningún lugar a la duda pasó en esos Panamericanos.
“Los Gladiadores”, integrantes del seleccionado nacional masculino, llegaban al 2011 sin haber obtenido jamás en su historia un título panamericano que les otorgase el pasaje a los Juegos Olímpicos y por ende, nunca habían participado en uno de estos. Había varias figuras en nuestra selección y se sabía la paridad que había con Brasil desde un principio. Pero el equpo argentino logró acceder a las semifinales sin ningún problema como era previsto previo al certamen y allí se cruzó con Chile. Aquí empezó aquel tono “épico”: fue un partido muy complicado y Argentina solamente ganó por un gol.
La final fue nada más ni nada menos que ante Brasil, país al que la celeste y blanca le ganaba rara vez, en este certamen se veía una paridad nunca antes vista y se creía que se podía llegar a dar el batacazo. El primer tiempo de aquel partido iba a cerrar empatado y ahí apareció el tiro libre de Federico Pizarro sobre la chicharra que puso por delante a los nuestros con un remate de los impensados y esa noche claramente permitió soñar a propios y ajenos con la conquista del primer panamericano. El partido en el segundo tiempo fue sumamente parejo pero con una gran actuación del equipo de Eduardo Gallardo, se logró clasificar a los primeros Juegos Olímpicos de la historia: los de Londres 2012. Sin dudas en ese 2011 comenzó una era. Se había conseguido lo imposible, lo que nunca se pudo y se pensaba que nunca se iba a poder (encima venciendo al rival de toda la vida).
Llegó el 2012 y las expectativas eran muy altas aunque sin dudas lo que más se notaba y se percibía en aquel plantel era el disfrute, era un sueño convertido en realidad. No tuvieron una actuación por demás destacada en aquellos Juegos, el hecho de haber llegado ya era suficiente. Ganaron tan solo un partido y perdieron 4, el goleador fue Diego Simonet (quizá el mejor jugador de la historia del handball nacional) con 21 tantos. Más allá de quizá no terminar de la mejor manera el torneo, se dejó un mensaje bien claro: Argentina llegaba para quedarse en la élite del handball mundial.
Tres años después llegaría otro momento histórico: en el Mundial de 2015 “Los Gladiadores” lograron un histórico empate ante Dinamarca (en aquel momento subcampeón del mundo) y demostraron una vez más, estar preparados para cualquier batalla. Aquel Mundial quedará en la historia como el segundo campeonato del mundo en el que nuestro país pasó a los octavos de final (al anterior había sido en 2001), y más aún con ese empate que claramente fue otra muestra de épica por parte de los nuestros.
No solo el handball argentino masculino hizo historia y vivió su apogeo en estos últimos años. También la selección femenina logró por primera vez en su historia llegar a un juego olímpico en el año 2015, clasificándose para los Juegos de Rio de Janeiro del año siguiente.
Es por eso que podemos concluir que en esta década se está viviendo el apogeo de nuestro handball, y el deseo es que a finales de la década que viene ese crecimiento se acentúe.
Elian Vinocur 2A Turno tarde.