Así como los aficionados tienen sus cánticos para apoyar a sus equipos, cada nación posee un himno que lo representa. El origen del Himno Nacional Argentino se sitúa lejos de lo que hoy en día se corea y tararea, a veces sin mucho significado, en los momentos previos a que la Selección Argentina de Fútbol comience un encuentro. El 11 de mayo de 1813 la Asamblea General Constituyente declaró la denominada, inicialmente, «Marcha Patriótica» como única canción patria de las Provincias Unidas del Río de la Plata dando el pie a que años más tarde en esa misma fecha se conmemore la creación del mismo y se realicen celebraciones a lo largo y ancho del territorio argentino.
Como suele ocurrir en varios casos, la obra superó a su escritor, ya que pocos se acuerdan del diputado Vicente López y Planes, quien supo escribir los versos del himno al que luego el maestro español Blas Parera compuso su música. El diputado (y poeta) se vio inspirado para escribir la obra que representaría a todo el pueblo argentino en 1812, cuando éste asistió el 25 de mayo a una representación teatral, realizada en la «Casa de Comedia» de Buenos Aires, en conmemoración al segundo aniversario de la revolución de mayo. Tal fue la iluminación que no pudo aguantar ni un segundo y escribió las primeras estrofas en el programa de la obra: «Oid mortales el grito sagrado…»
Recién tres días después del decreto de la Asamblea General se cantó por primera vez el himno en una de las tertulias de la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, una de las primeras mujeres políticamente activas de Argentina. Ella fue la que entonó por primera vez sus estrofas.
La composición de esta «Marcha Patriótica» se dio en un marco de ebullición y euforia en el cual el territorio argentino todavía no tenía declaración de la independencia ni bandera. En un principio el himno contaba con 9 estrofas que expresaban el espíritu de libertad totalmente anti-español; sin embargo en 1900 el presidente Julio Argentino Roca, con un paradigma completamente distinto, sancionó un decreto para omitir algunas expresiones que podían resultar ofensivas para los españoles. El mismo disponía:
«Sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta:
Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813.»
De esta manera desaparecieron expresiones tales como: «los bravos (argentinos) que unidos juraron su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre (los españoles) fuertes pechos sabrán oponer», o como: «Son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria (el soldado español) su cerviz orgullosa dobló».
Años más tarde, ya en 1944, se estableció la letra oficial tal como se la conoce en la actualidad. De esta manera, el himno que en sus comienzos tenía una duración de 20 minutos pasó a durar solo tres. Con esta última modificación se perdieron varias estrofas que cuentan la hazaña del pueblo argentino para liberarse de los españoles. Pero no cabe duda que el Himno Nacional Argentino tiene un simbolismo patriótico que inunda a cada uno de los habitantes del territorio que con emoción entonan: «¡O juremos con gloria morir!».
Joaquín Roveda Lastra