Una fuerte y triste noticia golpeó al mundo del automovilismo este lunes, cuando se dio a conocer el fallecimiento de Andreas Nikolaus Lauda, más conocido en el mundo como Niki. El nacido en Viena sufría varios problemas de salud y se había sometido el año pasado a un trasplante de pulmón, que trajo consigo varias secuelas para el excorredor.
Niki fue campeón de la Fórmula 1 en tres ocasiones: 1975, 1977 y 1984; además, logró 25 victorias y 24 poles position y vueltas rápidas. Su talento a la hora de conducir, caracterizado principalmente en la serenidad e inteligencia con el volante, lo convirtieron en uno de los pilotos históricos del deporte.
Sin embargo, más allá de sus campeonatos y triunfos, mucha gente lo recordará por siempre por el terrible accidente que sufrió en el Gran Premio de Alemania en 1976. Se corría tan solo la segunda vuelta en el circuito de Nürburgring cuando el austríaco se estrelló contra uno de los muros de la pista, que lo devolvió a la misma con su auto totalmente en llamas. Tras el impacto, los servicios de seguridad y pilotos como Arturo Merzario, Harald Ertl y Guy Edward, quienes competían contra Lauda en esa carrera, fueron claves para que el piloto pudiera salir con vida de su coche incendiado.
Niki estuvo cuatro días en coma y padeció quemaduras de primer y tercer grado en su rostro, cabeza y manos, y además inhaló gases del combustible que le dañaron sus pulmones. «Estaba casi muerto y había pasado más de un minuto. Pero se hizo eterno», dijo Merzario. Y así fue, ante todo pronóstico, el oriundo de Viena estaba de vuelta en las pistas tan solo 40 días después del accidente.
En la última carrera, en el Gran Premio de Japón, Niki decidió abandonar y su máximo rival, James Hunt (quien le había recortado varios puntos mientras estuvo parado), se llevó el campeonato. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que Lauda fuera campeón nuevamente: al año siguiente, en 1977, se alzó con su segundo título de Fórmula 1.
El tercer y último trofeo llegó siete años más tarde, en el campeonato más ajustado en la historia del torneo. Luego de un retiro inconcluso (no corrió entre los años 1979 y 1982), el austríaco volvió a la competencia de la mano de McLaren y se dio el lujo de convertirse en uno de los cinco pilotos en ser tricampeones de la Fórmula 1. Logró dicho récord al vencer por tan solo medio punto a Alain Prost en 1984.
Tras su retiro definitivo, en 1986, decidió dedicarse completamente a los negocios. Fue dueño de algunas empresas de aviación como Lauda Air o Laudamotion pero nunca tuvo éxito y desembarcó, nuevamente, en la Fórmula 1. Pero esta vez lo hizo como asesor técnico: primero, de Ferrari, en 1993 (fue quien aconsejó la contratación de Michael Schumacher) y luego de Mercedes (donde también fue accionista) desde 2012 hasta su muerte.
Sin embargo, las secuelas de aquel trágico accidente en Alemania nunca lo abandonaron. Intentó someterse a cuatro operaciones de trasplante de piel pero todas fueron rechazadas por su cuerpo. En 1983, le realizaron en Río de Janeiro una operación en su párpado derecho. Además, recibió dos trasplantes de riñón debido a las consecuencias que le produjeron los gases inhalados en aquel choque: en 1997 de su hermano Florian Lauda, y en 2005 de su esposa, Birgit Wetzinger.
Pero este lunes 20 de mayo su cuerpo dijo basta. Consumado por varios problemas de salud tras su última operación de pulmón, realizada el año pasado, el expiloto austríaco falleció en el hospital general de Viena. Así se despidió el tres veces campeón de la Fórmula 1, uno de los mejores pilotos en la historia y que ha dejado un gran legado de superación.
Autor: Manuel Bastos González.