Julio Velasco, un hombre que dedicó su vida por completo al deporte y más específicamente al vóley se despidió de su labor tras 40 años de arduo trabajo. Después de dirigir en la última temporada al Modena de Italia y de perder las semifinales de la Liga italiana, el entrenador decidió dar un paso al costado del comando del equipo y retirarse de la actividad profesional.
Velasco empezó su vida deportiva desde muy temprana edad en el ámbito futbolístico, precisamente en las inferiores de Estudiantes de La Plata. Su fanatismo por el deporte lo llevó, como muchos de otros chicos en esa época, a pasarse horas y horas jugando en el colegio y en las calles del barrio. Con casi 15 años, al ser descartado del fútbol, se dio cuenta que su pasión estaba por otro lado y comenzó a jugar al voleibol en las inferiores del mismo club. En su temprana juventud también formó parte del equipo de Universitario de La Plata en donde logró dos veces seguidas el campeonato Metropolitano.
Años más tarde inició el curso de entrenador y dirigió varios clubes, entre ellos Defensores de Banfield y GEBA , pero formalmente a mediados de 1979 empezó su carrera como técnico en Ferro. El anterior DT se había retirado y como nadie lo podía reemplazar le ofrecieron el puesto a él. A pesar de las dudas y de la tristeza que le generaba dejar a los jóvenes que venía dirigiendo, luego de pensarlo se dio cuenta de que era una posibilidad que no podía desperdiciar.
Durante el período de la última dictadura cívico-militar, Velasco, al igual que millones de argentinos vivió un difícil momento, pero encontró en el deporte una salvación, una distracción y un soporte muy grande. Nunca en sus planes se había cruzado la idea de dedicarse solo al vóley, pero al ser militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR), estudiante de filosofía y presidente del Centro de Estudiantes de su carrera en La Plata, era considerado un revolucionario y opositor y por esta razón no tuvo otra opción que dejar su forma de vida pasada y se instaló en la Ciudad de Buenos Aires para pasar desapercibido. Su hermano menor Luis, quien también tenía un pasado en la militancia, fue raptado y desaparecido por un largo tiempo.
En referencia a esta situación, en una charla con la revista online “El Gráfico” el entrenador platense comentó: “La amenaza más concreta fue de la CNU (Concentración Nacional Universitaria), que era un grupo muy pesado al que aún hoy están juzgando por el asesinato de un íntimo amigo mío. En 1975 la mano ya estaba muy pesada y me vine a vivir a un departamento en Avenida La Plata y Rivadavia. Con el golpe ya no aparecí más por la facultad, me quedaron por rendir 6 materias de las 34. Y tampoco aparecí más por la ciudad; para ver a mi mamá, venía ella a Buenos Aires, vivía en cierta clandestinidad”.
En 1981 se unió al cuerpo técnico del seleccionado masculino de vóley argentino dirigido por el coreano Young Wan Sohn. Durante su periodo como segundo entrenador logró en conjunto con el equipo la medalla de bronce en el mundial de Argentina 1982.
El entrenador trascendió la esfera del voleibol y demostró una y otra vez su capacidad intelectual a la hora de hablar tanto de su deporte como de otras temáticas. A lo largo de su carrera dejó un manual de definiciones de gran importancia para el desarrollo de cualquier actividad deportiva, entre ellas se encuentran los conceptos de líderes y entrenadores. Según Velasco los líderes deben ser personas que muestren seguridad, que ordenen a los jugadores y que tengan conocimiento del deporte que están practicando. Mientras que los entrenadores deben intentar manejar el equipo de la forma más convincente, teniendo muy en cuenta el papel que cumple cada deportista en el plantel.
Con el retorno de la democracia el técnico decidió expandir sus horizontes e irse a ejercer el cargo de entrenador a Europa, en donde tuvo un primer ciclo muy exitoso con un total de nueve títulos dirigiendo a dos equipos italianos, el VC Jesi y el Pallavolo Modena.
Después de varios años en donde demostró su potencial en las Ligas italianas, Velasco tomó la conducción del seleccionado masculino de Italia. Durante esta etapa consiguió consiguió dos veces el campeonato Mundial de Voleibol, cinco veces la Liga Mundial de Voleibol, tres veces el Campeonato Europeo de Voleibol y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 1996 que tuvieron lugar en Atlanta. Asimismo tuvo al mando el equipo femenino de este país, pero en ese caso solo logró la Liga Mundial.
Fue tal éxito de su campaña en Italia que clubes de fútbol lo convocaron para formar parte de la dirigencia. Entre 1998 y 1999 fue director general en Lazio y luego entre 2000 y 2001 fue mánager del Inter de Milán en donde también le ofrecieron ser el director técnico del equipo pero él lo rechazó.
Tras su paso por el fútbol volvió al vóleibol y se hizo cargo de varias selecciones nacionales, entre ellas las de República Checa, España e Irán hasta que regresó a la Argentina. Entre esos años pasó también por Modena y por el conjunto de Gabeca.
En 2014 decidió que era hora de retornar al país y tomar el mando de la selección argentina. El mejor resultado que obtuvo fue la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Cuatro años mas tarde, en mayo del 2018 se hizo a un lado del cargo y volvió al lugar donde había estado gran parte de su vida, Italia. En una carta de despedida comentó: “Los motivos son exclusivamente personales y familiares. No quiero que esta decisión sea interpretada como una consecuencia de las dificultades de trabajar en Argentina o de fallas en nuestra organización. Dejar de nuevo mi país me duele mucho pero lo hago también con la tranquilidad de haberle dado al vóley argentino todo lo que yo he aprendido en mis 34 años en el exterior».
De esta forma se despide uno de los mejores entrenadores argentinos, que supo en todo momento representar a nuestro país en el exterior y demostró no solo su potencial como DT sino que también dejó en evidencia su inigualable forma de ver e interpretar el deporte.
Pilar Misenti Nolazco, segundo A, turno tarde.