Bajo auspicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) e impulsado por la Iniciativa Global para el Asma (GINA), cada primer martes de mayo se celebra el Día Mundial del Asma. El festejo tiene lugar desde el año 1998, producto de la primera “Reunión Mundial del Asma” y pretende concientizar sobre ese mal, mejorar el conocimiento sobre él y optimizar los cuidados de pacientes.
El asma es una enfermedad crónica y frecuente que se caracteriza por la inflamación en las vías respiratorias. Es muy común en la infancia y suele ser una causa frecuente de hospitalización en los niños. Quienes la padecen sufren alteraciones en su vida, tanto en lo educativo como laboral como en momentos de ocio y esparcimiento. En muchos casos la enfermedad aparece como respuesta a determinados estímulos que producen alergia: polen, ácaros del polvo, partículas de la piel de gato y perro, humo, aire frío, ciertos alimentos o aditivos alimenticios, estrés. Según la OMS, actualmente hay 235 millones de personas asmáticas en todo el mundo, correspondiente al 10% de la población mundial, lo que la convierte en la patología de mayor prevalencia. En la Argentina ocasiona más de 400 muertes anuales y más de 15 mil hospitalizaciones por año, en su gran mayoría son acontecimientos evitables. Dicha enfermedad se encuentra en aumento y los especialistas señalan a la contaminación, el estilo de vida y el ambiente en el que vivimos entre los principales responsables.
Las crisis asmáticas se caracterizan por la aparición de episodios de dificultad respiratoria, generalmente asociados a otros síntomas como tos, pitidos al respirar y sensación de ahogo. En los niños prevalece principalmente la tos, en especial durante la noche, mientras que en los adultos los tres principales síntomas son rigidez en el pecho, silbidos y fatiga en la noche. Durante estas crisis la mucosa bronquial que recubre los conductos respiratorios se inflama y se produce un moco espeso que obstruye los conductos de las vías aéreas. Como consecuencia, los músculos que rodean estos conductos se contraen y estrechan disminuyendo su diámetro, impiden el paso del aire y complican la respiración.
Aunque se considera que el asma es una enfermedad que no tiene cura la vida al aire libre, el ejercitarse, vivir en un ambiente libre de humo y polvo ayudan a mejorar su perspectiva, y así lograr que el paciente tenga una vida normal.
Julio Cabelli