Muchos jugadores ven las categorías de ascenso como una oportunidad de mostrarse y así progresar para jugar en primera división. Pero también, abundan los casos donde la pasión y el amor por un club son más grandes, formando una fidelidad y lealtad incondicional por ese equipo. Uno de los ejemplos es el de Marcos Zampini, jugador de Club Atlético Ituzaingó, quien lleva 13 años defendiendo la camiseta y es reconocido como uno de los ídolos del club. Pirámide invertida tuvo la oportunidad de hablar con él, para que nos cuente su vida.
Nació el 28 de febrero de 1987. Vivió y vive en el mismo barrio donde se crió, Ituzaingó. En los años 1997/98 estuvo jugando en infantiles de River, donde reconoce que no se dio cuenta de la dimensión que era estar ahí. En ese entonces, sus abuelos lo acompañaban todos los días a Nuñez. Cuando su familia no pudo llevarlo fue cuando Marcos empezó a jugar en el club donde todavía lo hace. Lo decidió porque sus amigos del colegio iban ahí e con 11 años fue lo que más le importó en el momento. Un recuerdo que nos cuenta de esa época, es que al terminar el entrenamiento de cada día, se quedaba a jugar a las escondidas en el club. Conociendo de esa manera cada rincón de donde hoy es su segundo hogar.
En el 2002, con tan solo 16 años, tuvo el temprano debut en primera. Era un partido muy importante para el club, se jugaba la promoción para no descender. Llegó al primer equipo tras el despido del DT y con la asunción de su entrenador de infantiles, quien conocía su talento y le dio la oportunidad de jugar. Una semana antes del partido fue sorprendido por un gran gesto. Siendo que su familia no se encontraba en una situación económica como para comprarle botines nuevos, los padres de sus compañeros de inferiores se organizaron para comprarle un par. Él recuerda ese gesto y se lo guarda entre las cosas que son imborrables.
Desde su debut se fue transformando cada vez más en un jugador importante y referente en el equipo. Pero en 2005 no pudo evitar el descenso de su equipo a la Primera D, categoría donde Ituzaingó no la jugaba hace 23 años. Remediaría la mala campaña durante el próximo año, logrando el ascenso rápidamente. En el 2014 le tocaría vivir uno de los momentos más tristes, cuando descendió nuevamente y le toco irse del club que tanto quería.
Al volante le tocaría vivir una de las peores experiencias para un deportista, las lesiones. En el 2015 llegaría la primera cuando se le rompieron los ligamentos cruzados de la pierna izquierda, que le costaría 9 meses de recuperación. Pero dos años después le tocaría le próxima y no menos leve, rotura de meniscos en la misma pierna. Durante la recuperación de estas lesiones vivió un doloroso calvario, que además de la magnitud de las lisiaduras, tuvo que ver a su equipo desde afuera sin poder dar una mano dentro de la cancha. Fueron meses muy duros, pasando operaciones que lo desmotivaban, sintiendo que no ayudaba a su equipo y pensando seriamente en dejar de jugar al fútbol. Salir de esa no le fue nada fácil y con la ayuda de su familia y seres queridos pudo recuperarse. Hoy en día su pierna izquierda no está al cien por ciento, vive haciendo ejercicios para no lesionarse y manteniendo mediante un tratamiento de cada 6 meses. El problema lo tendrá toda su vida con él. Estos momentos difíciles lo marcaron y le dejo una enseñanza muy importante: “El fútbol tiene más momentos tristes que momentos alegres, porque campeón podes salir 2 o 3 veces con suerte. Pasa más por frustraciones que por otras cosas y es como la vida misma. Hay que reponerse de los momentos duros y estar siempre preparado”
Es el máximo goleador Ituzaingó con 51 goles y con más de 300 partidos disputados, referente con experiencia del plantel e ídolo del club. Marcos Zampini sueña con volver a darle una mano a su club y ascender. Con 32 años y el espíritu como el primer día en que debutó, solamente piensa en el equipo de su barrio, del cual es hincha y donde piensa jugar el último partido de su carrera.
Agustín Maipach 2°A TM