Los avances tecnológicos arrasan con las tradiciones. Una familia tipo puede adoptar como costumbre pedir delivery de pizza todos los sábados como ritual irremplazable para evitar cocinar y a modo de salida, tanto que la ausencia de dicho acto puede trastocar la existencia de un conjunto de personas.
En estos tiempos, no se levanta el teléfono para ordenar la comida del sábado. Simplemente alcanza con una serie de clicks para que un persona común en moto o bicicleta traiga el pedido a casa de la misma forma que el empleado del local solía hacerlo allá lejos y hace tiempo. Además de la tradicional forma de delivery por parte del empleado del lugar gastronómico todavía vigente, las nuevas aplicaciones (Glovo, Rappi, Pedidos Ya, etc.) han llegado para quedarse con su novedosa prestación para los clientes. El procedimiento incluye la selección del local, producto y forma de pago desde un dispositivo móvil y tan solo esperar un tiempo prudente para recibir el pedido de forma satisfactoria de parte de una persona identificado correctamente como usuario registrado de la empresa en cuestión, generando una confianza en el vínculo empleado-usuario superior a la del modelo anteriormente mencionado.
Con el advenimiento de estas nuevas empresas en principios del 2018, el efecto en una gran porción de jóvenes fue la intención, por necesidad o por ganas de tener un ingreso extra, de introducirse en este régimen de empleo informal bajo el slogan “sé tu propio jefe”. Claro está que dicho lema, a simple vista, deja estupefacto a quien lo vea ante el cansancio de obedecer a un superior. Es que el modelo funciona de buena manera en otros países de latinoamérica (Rappi es de origen colombiano y Pedidos Ya, uruguayo; mientras que Glovo proviene de España) y es un gran captador de jóvenes con mucha energía y ganas de conseguir un ingreso que dependa de sí mismo.
Sin embargo, hay ciertas cuestiones que están inmersas en fuertes cuestionamientos internos. Pedidos Ya está encuadrada en el régimen de trabajo tradicional y ofrece contratos vinculantes en relación de dependencia, incluso bajo la órbita de la Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios (ASiMM) con el beneficio de negociar paritarias cada año. Se estima que un empleado de dicha empresa está ganando $10.000 a razón de seis días de trabajo por cuatro horas diarias (un total de 24 horas semanales), lo que asoma como una contraprestación bastante “lógica”.
En cambio, Glovo y Rappi están en pugna por cambiar esta modalidad. Lo que asomaba como un método revolucionario de “ser tu propio jefe” comenzó a generar cuestionamientos internos entre los mismos empleados dada la facilidad para trabajar de esto. Resulta que los requisitos para ser un usuario incluyen: completar un formulario, asistir a dos charlas de capacitación y pagar los $400 pesos para tener la mochila con la marca correspondiente que habilita como repartidor oficial, sumado a la imposición de encuadrarse bajo el régimen de monotributo, con los costos que acarrea dicha inscripción y pago mensual. La única diferencia entre Glovo y Rappi es que la primera exige “reservar” las horas que van a trabajar con un mínimo de tres días de anticipación, mientras que la segunda permite hacerlo en cualquier horario o día a elección de cada empleado.
La relación entre empleado y usuario es un claro cruce de intereses. Alguien que desea consumir determinado tipo de producto, y otro que quiere realizar la mayor cantidad de viajes posible a fin de poder recaudar la mayor cantidad de dinero posible (teniendo en cuenta que el denominado costo de envío es el único ingreso del empleado). Esta relación es denominada Economía Colaborativa, un concepto que aflora en tiempos de crisis que refiere al intercambio de piezas según la necesidad de cada uno de los implicados en el caso.
En el contexto de los días que corren y los letargos entre pedido y pedido, los empleados de estas aplicaciones lograron juntar fuerzas en busca de ciertos beneficios y de legitimar la relación de dependencia. A fines del 2018, por la fuerza de los trabajadores, se creó la Asociación de Personal de Plataformas, la primera de estas características en América, que logró nuclear a más de 20 mil empleados para intentar luchar contra las condiciones laborales actuales y poder generar un contexto más favorable para trabajar.
De la ilusión de ser tu propio jefe a la lucha por una mejor condición laboral de cara al futuro. Lo cierto es que esta historia recién comienza.
Diego Ariel Salgado