Rubén Busolín, el entrenador de Dorrego, campeón de la Liga de Honor Caballeros, le explicó a Pirámide Invertida cuáles fueron las claves del Lobo para coronarse en el Clausura 2018. Además, se refirió a la consagración del plantel femenino y resaltó el largo proceso de trabajo que llevó al conjunto del Oeste a lo más alto del handball argentino.
-¿Cómo se vivió esta semana en el club, después de la coronación de los equipos mayores masculino y femenino?
– Con mucha emoción. Es muy gratificante todo lo que pasó ese domingo. Los jugadores y las jugadoras, los padres, la comisión directiva, todos estamos muy contentos. Igual, dentro de poco arranca el Súper 7, así que hay que meter la cabeza rápido en eso. El festejo fue cortito.
-¿Qué significa para el club tener a los dos equipos campeones en sus respectivas ligas?
– Representa muchos años de trabajo. Más allá de la victoria en sí, que simboliza un montón, es el primer torneo en Caballeros y el tercero en Damas, todos en el mismo año. Este 2018 marcó los primeros títulos ganados por Dorrego en las ligas, después de 36 años de historia. Pero lo más importante es el proceso que hicimos para conseguir esto. Es un trabajo que lleva más de 15 años, con jugadores que en ese momento eran infantiles y hoy están en la Liga. Tenemos un 90% de jugadores originarios del club y es algo que no pasa en todos lados. Eso es lo más importante, el camino recorrido para llegar hasta acá. Me siento orgulloso.
¿Qué sentís al ganar un título con el equipo masculino?
– Yo tengo la doble tarea de ser coordinador deportivo y técnico de la Liga de Honor Caballeros. El logro está buenísimo y lo festejamos. Pero representa más todo lo que vivimos y transitamos. Dorrego es la única escuela pública que tiene representación en la LHC, con las precariedades que hay en el handball amateur. Hoy tenemos esta alegría, que ya la habíamos tenido en categorías inferiores con la misma base de jugadores. Este año salimos campeones institucionales en inferiores, tanto en damas como en caballeros. No puedo ver otra cosa que no sea el camino recorrido. Empezamos siendo dos entrenadores y hoy somos 18. Estoy orgulloso por todo esto, no sólo por la Liga en sí.
-Por qué fueron campeones de la Liga de Honor masculina?
-Fuimos el equipo más parejo del año. Los que mejor manejamos la pelota y con mayor velocidad. Tenemos el plantel con menos jugadores en Selección nacional y eso nos permite tener variantes y no depender sólo de uno. Disponemos de un equipo largo y entrenamos mucho. Cuatro o cinco veces por semana, casi como un profesional, con la diferencia de que estos jugadores se pagan todo lo que hacen. Desde hace cuatro años, incluimos preparador físico, psicólogo deportivo, nutricionista, masajista y todo esta pago por lo que sale de sus bolsillos. Nosotros empujamos, damos ideas, trabajamos en equipo y eso es lo que marca la diferencia.
-Una de las figuras de Dorrego, Maximiliano Ferro, dijo: “Dentro de nuestro amateurismo, Rubén nos propuso hacer las cosas de la manera más profesional posible”. ¿Cómo armaron esa estructura que recién mencionaste?
– Realmente, es muy difícil. A todos los clubes les pasa, algunos tienen una mayor estructura que otros. Nosotros cambiamos la mentalidad hace aproximadamente 6 años. Pasamos de la queja por no recibir apoyo municipal, al tratarse de una actividad social, a intentar solventarlo con nuestros medios. Esto nos permite hoy disponer de seis canchas, alquiladas, pero ningún otro club iguala esa cantidad. La comisión directiva trata de conseguir insumos, materiales, recaudar fondos y organizar eventos para poder tener un buen gimnasio de pesas, por ejemplo. Dejamos la queja y nos pusimos a trabajar, y eso les cambió la mentalidad también a los chicos. Parece mentira, pero hoy, cuando llegan a entrenar, se ponen a limpiar y barrer porque los lugares que alquilamos no son los mejores. Ellos lo limpian, lo usan y lo entregan en condiciones. Argentina no tiene una buena estructura deportiva y hay que buscarle la vuelta a todo.
-¿Cómo les inculcaron esa disciplina? Lamentablemente, no es algo normal…
– Es parte de la educación y concientización que queremos generar en los chicos. Obviamente que en el primer momento hubo oposición y algunas quejas. Pero cuando se empiezan a dar los resultados y se dan cuenta que entrenar en mejores condiciones los hace ser mejores, se logra la predisposición para todo. Pasa en los eventos que organiza el club y los planteles de mayores son los primeros en dar el ejemplo. Esto se transmite a las inferiores, es pura y exclusivamente de educación.
-¿Cómo es el trabajo en las juveniles?
– Hay más de 300 chicos y chicas practicando el deporte en el club. Eso llevó a que pasemos de ser dos entrenadores, Gastón Arias y yo, a ser 18. Y las categorías se ampliaron de 10 a 24. Es el trabajo de un círculo de gente muy grande, que se distribuye en seis canchas diferentes. Eso implica que los materiales no se pueden guardar en un lugar, los tienen que llevar los profesores en sus autos o motos. Estaría bueno disponer de un espacio propio para dejar las cosas allí, ojalá algún día nos toque.
-¿El amateurismo los obliga a tener otros trabajos?
– Sí. Por lo general, el jugador se levanta a la mañana para ir a estudiar, luego trabaja hasta la tarde, hace hora y media de entrenamiento en el gimnasio y practicamos con pelota a la noche. Ese es su día a día. No podemos vivir de lo que nos gusta, como pasa en otros países.
-¿Qué opinás del handball argentino?
– Creció mucho la difusión, como en otros deportes. Deportv fue un gran impulsor de los deportes amateurs. Por otra parte, hubo un buen desarrollo en cantidad de jugadores, clubes, árbitros y canchas. Hasta fue inesperado, porque hoy los árbitros no pueden sostener esa estructura que se hizo. Como todo lo que crece rápido, crece mal y hay un montón de cosas para mejorar. En infraestructura, no tenemos grandes estadios en el país. Esta actividad se hace en canchas cubiertas, con pisos especiales de parquet que nosotros no tenemos. Así, no se logra el desarrollo óptimo de la actividad. Pero hay que buscarle la vuelta a todo y, de a poco, va creciendo.
(Por: Gonzalo Cristaldo | 2ºB Turno Mañana).