Allá por el año 2000 un pibe del barrio porteño de Villa Crespo formaría una de las big band más importantes del país: Dancing Mood. ¿El género? El ska con un cuerpo de siete vientos. Sin perder su humildad ni el carisma, la banda pudo tocar con artistas tan variados que van desde Ataque 77, Dante Spinetta o Damas Gratis. Esta es la historia de Hugo Lobo, el hombre lobo.
Hijo de Rubén, el prócer del folklore, Hugo se quedó con el único instrumento con el que su padre no lo volvió loco: la trompeta. Fue con este instrumento con el que se obsesionó y encontró la pasión por la música que llevaba en la sangre. “Probé con la batería y el piano, pero con la trompeta quedé maravillado. Estaba cinco horas por día, recontracebado, yendo al conservatorio y a un profe particular. Pasó el tiempo y hoy tengo que agradecerle a mi viejo, porque esa exigencia que tuvo me permitió a aprender el instrumento con otro rigor”
Su amor por las big band también se lo adjudica a la herencia familiar, tal vez sin buscarlo debido a que en su niñez, lo único que escuchaba eran los vinilos que el padre dejaba cuando se iba a trabajar. Pero de a poco fue tomándole el gusto y llegó a enloquecerlo, mucho antes incluso de tocar la trompeta.
Hoy, su banda hace vibrar a miles de jóvenes y no tan jóvenes al ritmo del ska y del reggae. En su persona se combina el conocimiento musical y la esencia de barrio que lleva a agitar al público en las finas melodías que tocan en vivo. Esa mezcla lo seduce para llevar a sus shows todo tipo de invitados, que de no invitarlos, jamás se cruzarían en un escenario. “Son gente con la que tengo mucha afinidad y nos respetamos mucho musicalmente, nos conocemos mucho. Siempre traté de provocar con eso, llamé a Patricia Sosa, Skay, Lerner, Spinetta, Lescano gente que no son del palo. Siempre tuvimos invitados diferentes precisamente para romper con esa barrera de lo lógico y meterse en la música que es lo que nos interesa”, contó.
El estar arriba del escenario durante casi veinte le hizo caer en la cuenta de todos los cambios que vivió la música:
El primero la renovación de sus seguidores: “Todo el tiempo se va renovando gente, imaginate que estamos hace 18 años, el que tenía 25 ya es grande y el que tenía 10 ahora tiene 28, obviamente que se va renovando. Hay gente que ya es padre y no nos puede seguir tanto, hay gente que ya es mayor de edad y ya puede venir. Siempre veo que el público se va rotando y eso es una señal positiva porque se siguen interesando.”
El segundo, su banda a la que le notó una evolución a lo largo de todo este tiempo, y lo más importante, el haber encontrado una identidad, lo más difícil para una grupo musical: “Vi mejoras en los intérpretes, no en el estilo. A pesar de los años y de los cambios de los integrantes tenemos nuestro estilo propio, Dancing Mood sigue sonando a Dancing Mood más allá de que cambien todos los músicos, menos yo, y eso es lo más difícil de una banda, lograr el sonido personal. Creo que hoy estamos en nuestro mejor nivel, estamos mejor que nunca en ese sentido.”
Y el tercero, la comercialización de la música, el pase de lo analógico a lo digital: “A veces nos desgastamos en hacer 14 canciones y la gente le presta atención a 3 o 4 por cómo se escucha la música hoy, estoy hablando de las nuevas generaciones, de los random de las plataformas digitales. Me parece mejor sacar 2 o 3 temas por año y que la gente este expectante a eso y no tirar a la basura 8 temas. Para la gente pasa de largo y a uno le cuesta un montón. Como parte de esos cambios también empezaremos a grabar en formato vinilo”.
Sin embargo, Hugo Lobo tiene tiempo para su banda personal la cual ya tiene cinco años desde su creación, dos discos y dos simples. La banda se puede buscar en redes sociales, donde se pueden encontrar los cientos de shows a lo largo y a lo ancho de país con un sinfín de artistas invitados pertenecientes a las distintas localidades.
Por último, como líder de una manada a la que se la puede identificar como su barrio, el trompetista formó una orquesta para los niños de Villa Crespo que ocupa un importante lugar social y que satisface una necesidad para él: “Una necesidad que me parecía justa de hacer, de devolverle un poco a la cultura y a la música un poco de lo que me dio, que es vivir de lo que a uno le gusta y el canal más adecuado me parece que son los chicos que son el futuro. Además ayudar a los que más necesitan, a los pibes que están en situación de vulnerabilidad. Mostrarle que hay otra salida, que es la música y es una función social muy fuerte. No es una orquesta solo para la gente del club (Atlanta), sino de todos lados que vienen a participar. Hoy tenemos 41 chicos y también funciona como merendero”.
Esta es la historia y el presente de un hombre callado, de perfil bajo, alejado de los ruidos y los excesos. Un hombre de barrio caracterizado por su sencillez, al que cuesta encontrar gente que no lo quiera. Este es Hugo Lobo, líder de Dancing Mood, su banda personal y referente para decenas de chicos que tienen su primera experiencia con la música.
Matías Margni
2°B T.N.