Los tan bien ponderados pulmones de ciudad son muy requeridos por los porteños y los vecinos de Villa Devoto gozan de un privilegio único en tal sentido. La plaza Arenales debe su mote de “El jardín de Buenos Aires” al predominio de una considerable cantidad de árboles de gran altura y al verde de su superficie cubierta por un tupido pasto que sirve de descanso para sus visitantes. También es conocida como «plaza de Devoto» por ubicarse en el barrio homónimo entre las coordenadas comprendidas por las calles Pareja, Mercedes, Nueva York y Bahía Blanca.
La manzana forma un cuadrado cuya extensión exterior es de 700 metros y otorga a los residentes lindantes un pulmón y espacio ecológico irrepetible en otros lugares de la ciudad. Además, el cordón que lo circunda ofrece servicios gastronómicos, comerciales y el reconocido Hospital Zubizarreta.
Ubicación estratégica y medios de transporte en avenidas como Francisco Beiró, San Martín o General Paz que encarcelan este nido desde y hacia todas las direcciones de la Capital y el noroeste del Gran Buenos Aires, se suman a las líneas de tren Urquiza y San Martín que, ubicadas a tres y una cuadra respectivamente, potencian las posibilidades de transporte privado y público, respectivamente, para los vecinos residentes o bien para aquellos que pretenden gozar de este mini paseo turístico por la zona.
Vanesa (33) cuenta: “Yo vivo en Palermo pero mi novio es de Devoto y para alejarme un poco del movimiento urbano, me tomo el tren San Martín y en 10 minutos estoy en la plaza, disfrutando de un heladito o un pancho, o ambos”.
Probablemente el vicio gastronómico de Vanesa sea compartido también por los primeros testigos del origen culinario devotense. La combinación de los panchos de Peter´s, con la posterior degustación de los helados de Monte Olivia, actualmente acompañada por la barilochense Rapanui y Lucciano´s, posiblemente sean el matrimonio más antiguo en la zona. En cambio, para aquellos que procuran opciones de mayor elaboración y un
excelente servicio de mesa, el Café de la plaza asume la responsabilidad de satisfacerlos.
Sergio (52), un vecino abogado que desayuna todas las mañanas allí, elogia: «Muchas veces también almuerzo o ceno y mientras lo hago, estoy pensando en el mejor tiramisú de Buenos Aires, el que sea hace acá».
Después de comer aparecen las culpas; por eso, deportistas, aficionados y diversos grupos de entrenamiento invaden la superficie de la plaza guiados por un sinnúmero de entrenadores dotados de pesas, colchonetas, bandas elásticas, conos y muchos otros elementos. Estos saben decorar con colores la estética del parque y aportan un clima saludable que se respira en cada rincón.
El deporte también tiene sus consecuencias negativas. Al respecto, Jonatan, chofer de la ambulancia del SAME ubicada en el Hospital Zubizarreta frente a la plaza, advierte: «Hemos tenido que movernos con la ambulancia apenas 100 metros para atender algún accidentado». Las lesiones, esguinces, golpes o caídas no son lo único: «En estos 10 años que trabajo aquí, he presenciado más de 5 paros cardíacos derivados de actividades
físicas», reconoce.
Los vaivenes de la economía no siempre parecen afectar al sector inmobiliario, al menos en lo que hace a la construcción. Sin perjuicio de que las ventas de propiedades caigan, las inversiones en obras se mantienen en constante crecimiento. Daniel Giuggia, de Inmobiliaria DAKAR, ubicada en la Avda. Francisco Beiró 4427, asegura que «en los últimos años las inversiones han sido desmesuradas y eso tiene que ver con el crecimiento
demográfico». Villa Devoto no es la excepción y ha gozado en la última década un aumento edilicio sostenido. Aún con sus sectores comerciales, no deja de ser una zona residencial en la ciudad y con la característica de respetar alturas máximas bajas, principalmente en los alrededores de la plaza Arenales. «Toda nueva edificación no puede superar los 3 pisos», detalla el corredor, algo que no excede la altitud de las cumbres de los PH y las mansiones que invaden las manzanas.
Algunas quejas
El anterior quizá no sea el único aspecto negativo en la plaza; los fines de semana, principalmente por la noche, el perfil de la misma convierte el sonido de la naturaleza en una ensordecedora contaminación auditiva. Plagado de autos con sus caños de escape, y música al máximo volumen. “Los jóvenes, estacionan sobre este espacio y lo transforman en un gran boliche, con todos los estilos musicales“, comenta Sabrina Pozo, comerciante de la zona. No obstante, el Gobierno de la Ciudad, a través de sus empleados de limpieza, se encarga de adecuar todo a primeras horas de la mañana para dar paso a quienes optan por una vida menos alborotada.
Demian Bellusci