Si hay un temor en aquellas personas que suelen ir a recitales al aire libre es el famoso “se suspende por lluvia”, que hace que los fanáticos estén pendientes del pronóstico del tiempo el día del show. El domingo 21 de octubre, día que Dancing Mood tocaría en el patio de la Ciudad Cultural Kónex, el Servicio Meteorológico Nacional avisó que habría sol con temperatura agradable, ideal para escuchar música.
Sin embargo, promediando el mediodía el cielo se tiñó de gris y lo peor, comenzaron a caer las primeras gotas de lo que sería una tarde lluviosa y que tendría al público de la banda de ska más importante del país, pendientes de la realización o no del recital.
La página de Facebook del Kónex fue el lugar donde la gente mostró su inquietud durante horas, y tras un largo rato sin noticias, la cuenta del mítico escenario urbano confirmaría la realización del evento, siempre sujeto al clima. A partir de allí, más de una sonrisa comenzó a dibujarse en aquellos que dudaban y estaban ansiosos por bailar al ritmo de la big band.
La velada, cuyo inicio estaba pautado para las 20, iba tomando color: media hora antes, las calles aledañas iban siendo copadas por jóvenes al canto de “ohh dale Dancing Mood” con un brazo en el aire y el otro sosteniendo una lata de cerveza. Una vez adentro del patio, la imagen era la misma. A diez minutos del inicio había poca gente, algunos haciendo filas para comer algo, comprando alguna remera y la mayoría mirando al cielo con la ilusión de no encontrar más nubes.
Llegó el momento. Hugo Lobo, quién viene comandando la banda durante estos dieciocho años, subió al escenario, contó hasta tres y arrancó la fiesta. “Shot In The Knee” del último cd “On The Good Road” fue el elegido para arrancar. En un abrir y cerrar de ojos, los espacios que estaban vacíos se llenaron, los que miraban para arriba giraron para ver el escenario, y los que estaban de brazos cruzados comenzaron a bailar.
Tras la primera canción, el líder tomaría el micrófono para decir “Buenas noches a todes, estamos acá a pesar de la lluvia”, como si se estuviera sacando la mufa de encima, dio unos pasos hacia atrás, tomó su trompeta y se largó el segundo hit, el mismo que lleva el nombre del último disco.
A diferencia de lo hecho en la última presentación en el mismo lugar en el mes de febrero, la banda hizo un mix entre temas nuevos y los clásicos, al mejor estilo de un dj en una fiesta. Los siete instrumentos de vientos dieron ese toque tan peculiar al que no le hacen falta agregar letras. Sí, en las dos horas no se escucharon vocales sobre las pistas. Lo que no quita que, como sucede en cada “misa”, la gente tararee las melodías.
Con el correr de los minutos, el público comenzaba a notar un curioso detalle en el escenario: el “tano” Martelli, encargado de la percusión no estaba presente. Las congas estaban correctamente armadas y microfoneadas, pero faltaba el legendario músico ex “Cadillacs”. Casi a la hora de música, se haría presente en medio de una canción, y haciendo gestos con la cabeza daba a entender que se le pasó el tiempo para llegar en el inicio. Pero en vez de entrar en dramatismos, hubo risas tanto arriba como abajo de la tarima, signo de la complicidad que hay cuando toca la banda.
Por la calle Sarmiento sonaron “Confusious”, “Ska Explotion”, “The Chicken”, “Ska Boss”, “Latin Goes Ska” y “Eastern Standard Time”, entre otros. También cada integrante tuvo entre dos y tres solos musicales para aumentar el fervor de quienes bailaban ya entregados al ritmo del ska.
Para el final, el clásico. En la despedida de la noche y como lo hacen habitualmente, la banda cerró con el cover de “Police Woman” de “The Skatalites”. La gente entre el gran pogo y el grito acompañando la melodía del tema también decía “hasta la próxima”.
Terminó el último acorde y con él, comenzaron a prenderse las luces del Kónex. El cielo que había amagado con arruinar la noche, aguantó como si hubiera escuchado las plegarias de los cientos de bailarines que habían esperado este domingo.
10 de diciembre será la próxima vez, así lo dijo Hugo Lobo. Fecha en la que seguramente se vuelvan a ver las mismas caras que una y otra vez, son parte de esto que se llama Dancing Mood.
Matías Margni
2° «B» T. N.