Desde el 6 al 18 de octubre de este año, Argentina se convirtió en un país revolucionado. Buenos Aires respiraba y exhalaba deporte. Por diversas partes de Ciudad de Buenos Aires y también algunos lugares de la Provincia de Buenos Ares, se dividieron los escenarios donde se abarcaron los 32 deportes que se disputaron; entre ellos el Parque Urbano, el Verde, Tecnópolis, el Hurlingham Club, el Club Náutico San Isidro, el Paseo de la Costa, el Club Atlético San Isidro y el Parque Olímpico de la Juventud.
Fue un evento cuyas expectativas eran altas pero a la vez no demasiado, en cuanto a los logros deportivos. Es que ni el más optimista de los argentinos iba a pensar que se iba a conseguir para el país 32 medallas (11 oros, 10 platas y 11 bronces). Más de 20 deportes aportaron para el medallero argentino y que por ese gran desempeño, la gente se iba entusiasmando, sobre todo, cada vez que se escuchaba entonar el himno nacional al termino de alguna competencia en la que Argentina quedaba entre los mejores.
Uno de los deportes que dio mucho que hablar fue uno de los tantos que le dio una alegría a los locales, y ese fue el beach voley. Incluido en los Juegos Olímpicos tradicionales desde Atlanta 1996 en Estados Unidos gracias a Juan Antonio Samaranch Torelló, un empresario y político español miembro del comité político internacional en ese momento. Fue por él y su interés en dicho deporte al observarlo en el mundial disputado en Copacabana en 1993 que el voley playa se adentró en la lista y tuvo su debut 22 años atrás. .
Los argentinos que obtuvieron el bronce son Bautista Amieva y Mauro Zelayeta, ambos de 18 años, el primero de Mendoza y el segundo de Mar del Plata, comandados técnicamente por Ian Mehemed, de 29.
El comienzo de ambos en la competencia en sí fue con el pie izquierdo en el grupo A, al caer ante Suiza en tres sets por 22-20, 22-24 y 11 a 15 en 57 minutos, el partido más extenso para los argentinos en la competencia. De igual manera, la dupla local supo reponerse inmediatamente y venció sin problemas en dos sets a República Checa por 21-17 y 21-15 en un poco más de media hora. Para terminar el grupo de la mejor manera, Argentina se clasificó a la siguiente fase al ganarle a Tailandia, nuevamente en 2 sets, luego de un partido demasiado ajustado, al ganar por la mínima ambos parciales por 21-19 y 22-20. Ya en la fase eliminatoria, los jóvenes nacidos en Mendoza y Mar del Plata respectivamente, desplazaron sin problemas a la dupla de Ghana en media hora exacta por 21-13 y 21-18.
Los 16 avos de final fueron la próxima instancia para los de 18 años; allí despacharon a Ecuador por 21-8 y 21-18 en 34 minutos y el público se sentía entusiasmado al ver a sus representantes jugar de una manera tan sólida y aguerrida.El Parque Verde ubicado en Palermo seguía siendo anfitrión de las hazañas de estos jóvenes y los hinchas vieron otro espectáculo de parte de los albicelestes, al derrotar a Gran Bretaña en cuartos de final 35-33 y 21-14 en 44 minutos. La gente estaba eufórica. Se llegaba a una semifinal en este deporte que hizo estallar la cancha central del Parque y nadie quería quedarse fuera de él. El rival fue Holanda, un partido sumamente luchado donde se tuvo que definir en tres sets, pero que, para desgracia de la parcialidad local, no se pudo conseguir el pase a la final, al caer 20-22, 21-17 y 15-12 en casi 50 minutos. Igualmente, quedaba una última oportunidad. Había que tener la mente en frío al ya jugar por la medalla de bronce al día siguiente, desterrar el partido ante Holanda de la cabeza y concentrarse en el partido que se venía. Bautista y Mauro lo entendieron con creces. Jugaron con una madurez sin igual el último enfrentamiento ante Hungría y se consiguió finalmente el bronce por un doble 21-15 en media hora, para que vibrara todo Palermo.
Bautista Amieva y Mauro Zelayeta tuvieron una vida completamente distinta el uno con el otro y dicho deporte los atrapó de distinta manera. El primero es hijo de Carlos Amieva, uno de los entrenadores de la Federación Argentina de Voley playa; un formador de jóvenes promesas como fue el caso de Leo Aveiro, medallista de bronce en Nanjing 2014. El de Mendoza se apoya reiteradas veces en su padre y comentó emocionado: “Cuando lo vea no sé qué nos vamos a decir, pero sé que lo voy a abrazar muy fuerte. Él me inculcó este deporte. Él es mi primer entrenador”
Por otra parte, su compañero, Mauro Zelayeta, quien le brindó su casa a Bautista antes de la realización de los Juegos para poder entrenar juntos, se adentró en el deporte de manera inédita. Desde pequeño el fútbol lo había atrapado y era su vida misma. “Mi ídolo es Riquelme”, decía. Comenzó jugando en Boca de Mar del Plata hasta llegar a las inferiores de Aldosivi, donde se desempeñaba como volante por izquierda.
Pero a los 15 años su cabeza estaba en otra parte. Gracias a sus vacaciones en un balneario en la Feliz, descubrió su pasión por el voley playa, dado que era un deporte común que se jugaba en la arena, y, año tras año, le apasionaba aún más. Fue allí que les comentó a sus padres su decisión de cambiar la pelota de fútbol por la de Beach y comenzó con esta aventura que tuvo sus frutos en estos juegos olímpicos de la juventud.
Sin lugar a dudas, estos chicos tienen un futuro enorme en el deporte y sueñan con poder representar a Argentina en un Juego Olímpico. La gente les brindó el apoyo necesario y más, tanto a ellos como a las chicas del beach voley femenino Brenda Churín y Delfina Villar, que habían caído en octavos de final ante España, pero que igualmente fueron retribuidas por el clamor del público por el esfuerzo realizado. El deporte ha tomado un revuelo enorme debido a éstas actuaciones y se espera que mucha gente se sume a la práctica del mismo para que, no solo se diviertan y gocen, sino también, en un futuro, se puedan formar jugadores como Amieva, Zelayeta, Churrín o Delfina Villar.