De las veinticuatro horas que tiene un día, una persona promedio gasta ocho trabajando, dos para movilizarse, otras ocho para dormir y de lo poco que le queda seguramente busca desenchufarse de los problemas cotidianos. Sin embargo, poco contenido hay en televisión y en radio como para poder hacerlo.
La crisis cambiaria y política que atraviesa el país, se traduce en la poca apuesta que realizan las distintas productoras de los medios para crear contenido humorístico, y en lo que es aún peor: cerrar espacios de las risas.
Lo llamativo es el espacio que ocupaban este tipo de programas entre las décadas del ’90 y del 2000: todos recordarán el “Show de Videomatch” de Marcelo Tinelli, y a CQC producido por Mario Pergolini, que mezclaba el humor con temas de sociedad. Pareciera ser que lo único que logró sobrevivir de aquellos tiempos fue el periodismo de espectáculos, el cual sigue ocupando la franja de las 13 a 18 horas.
En radio es todavía más salvaje la desaparición del segmento debido al fuerte recorte de pauta publicitaria en las distintas estaciones. “Black and toc” de Radio con Vos, “Day Tripper” de Rock And Pop, y “Gente Sexy” de FM Blue (ahora online), incluso “Levantado de 10” en Radio 10 son algunos de los grandes desaparecidos.
Esas horas de distracción se convirtieron en la continuidad del estrés y la tensión de la calle, ya que gran parte de las grillas de los canales de tv fueron copadas por programas de contenido político y social, sumado a ciclos que en sus comienzos eran de humor también dieron el salto como “Intratables” y “Animales Sueltos” ambos del canal América.
Armar un elenco con figuras de renombre, una escenografía de primer nivel, un equipo de producción y edición lo suficientemente talentoso para darle brillo al programa tiene un costo demasiado elevado para no saber si el público va a aceptarlo y tener que tirar todo a la basura.
Por otro lado, la audiencia se muestra receptiva y con el tiempo fue aceptando la política en la televisión, ya que la inestabilidad del país despierta interés en el ciudadano sobre qué pasará con su trabajo y su sueldo, reflejándolo en los rating del horario central.
Ejemplo de ello es América que inicia su grilla semanal a las 6:30 de la mañana con “Buenos Días América” conducido por Antonio Laje hasta las 10:30, cuando Mariano Iúdica toma la posta del canal con “Involucrados” para informar al público antes de ir a trabajar. De 13 a 18:45 el histórico horario del espectáculo que acompaña a la señal por más de quince años hasta la llegada del noticiero. Desde las 20 aparece el único programa distinto: “Polémica en el bar”, pero muy distinto al formato original, no es ajeno a los temas del día. Por último, los dos programas ya mencionados conducidos por Santiago del Moro y Alejandro Fantino que, en un giro de tuerca, cambiaron sus temas para hablar de política.
Pero esto deja a la vista otra de las caras de los medios de comunicación como grandes empresas: tener una línea editorial clara para formar opinión pública, para obtener así réditos económicos y beneficios. Entonces, en vez de entretener a la persona que está del otro lado, se la utiliza como difusor de lo que sale en la pantalla, quien al otro día en el trabajo, facultad, etc replica lo escuchado; y de esta manera, ejercer una especie de presión social.
Otro de los grandes motivos es la aparición de las nuevas plataformas digitales como Netflix, en la que se puede buscar contenido cómico a cualquier hora del día y con todas las comodidades que brinda la aplicación, como también el gran crecimiento de la televisión por cable que hizo alejar al público de los canales más convencionales.
Tal vez habrá que acostumbrarse a esta nueva mutación de la radio y televisión, y para “desenchufarse” de la rutina se tendrá que pagar las señales de cable o el contenido on demand. En las FM, lo poco que queda es Radio Pop cuya programación está netamente destinada a provocar la sonrisa del oyente. En los canales de aire, es “Peligro Sin Codificar” de Telefé uno de los pocos sobrevivientes al nuevo contenido. Pero por más variación que haya, se extraña llegar del trabajo o del estudio para reír frente a la pantalla o viajar entretenido con las distintas emisoras, porque por más de que cambien los formatos, esa costumbre está cada vez más perdida.
Matías Margni
2° «B» T.N.