Una de las problemáticas más grandes de la Argentina en los últimos años es la guerra contra las drogas.
A diario, miles de personas hacen lo inimaginable con tal de conseguir una dosis más. Análisis político, social y psicológico de uno de los flagelos más grandes de la modernidad.
En Argentina, el crecimiento de la adicción a las drogas ha aumentado notablemente en los últimos años. Desde el 2010, la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) no realizaba un estudio en la materia de la magnitud del que volvió a implementar el año pasado, y cuyos resultados trajeron mucha preocupación. Entre otras cosas, el organismo estatal encontró que, en 8 años, se triplicaron los casos en los que niños y adolescentes habían consumido cocaína “al menos una vez en su vida”. Además, descubrieron que la tendencia a escoger el éxtasis aumentó en un doscientos por ciento, sumado la baja de la edad para el inicio de su consumo: de los 16 o 17 años que se observaban antiguamente, la edad actual ronda los catorce. Como resultado final, se ve que el ingreso de los jóvenes al mundo de la droga ilícita creció en un ciento cuarenta y seis por ciento.
Para Ángel Manuel Turbi Pinazo, psicólogo español y profesor de la Universidad Católica de Valencia, las causas por las cuales los adolescentes recalan en esta realidad radican en lo siguiente: “Si bien el motivo de inicio es variado, tendríamos que hablar de factores de riesgo propicios -o que pueden acelerar el consumo de drogas- y factores de protección para evitar esto. Muchas veces los chicos buscan experimentar nuevas sensaciones, o a veces el motivo de drogarse yace en hacerlo para insertarse en su grupo de amigos. Es una amalgama de cosas que propician el inicio en el consumo”. A su vez, Turbi Pinazo agregó que no se puede hablar de un estrato socio-económico en particular para asimilar el consumo de drogas, sino que cada estrato tiene su tipo de droga. “La clase baja irá por el paco, y la alta por la cocaína. Contrariamente, la marihuana es común en ambas clases”, aseguró.
Por otro lado, actualmente hay una gran confusión entre el uso recreativo y medicinal de algunas drogas. Según autoridades del SEDRONAR, muchas personas creen que, porque una droga tiene una función medicinal, al utilizarla en forma recreativa no les hace daño. Si bien con distintas drogas se hacen medicamentos (los derivados del opio se usan para hacer anestésicos, por ejemplo), el error yace en pensar que entonces es benéfico. Contrariamente a esto, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), asegura que, al usar estas sustancias con fines recreativos, no se tienen en cuenta aspectos y valores médicos cruciales para la aprobación de los medicamentos.
Con las distintas variaciones que sufre la Argentina hoy en día en materia económica, el presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), Claudio Izaguirre, plantea las complicaciones que esto trae: “Con la subida del dólar, obviamente que la cocaína sube su precio también. Bullrich está haciendo un trabajo perfecto, sobre todo en el norte del país, pero eso hace que los consumidores busquen drogas baratas, como el paco”.
Todo lo dicho anteriormente deja en claro la problemática que supone el consumo de droga. Así lo cuenta Pablo, un muchacho de cuarenta y cinco años que, al igual que muchos otros, sufrió en primera persona el flagelo de estas sustancias. “Todo arrancó a los doce o trece años. Al principio se dio casi como un juego, pero con el correr del tiempo, el consumo se fue haciendo progresivo y hasta me terminé alejado de todo mi círculo de amigos para consumir cocaína en soledad. Fueron casi treinta años, donde pasaron un montón de momentos feos”, relata Pablo.
Afortunadamente, Pablo pudo encontrar la contención necesaria para salir de la drogadicción y hoy es una víctima menos, un sobreviviente de esta batalla que se libra a diario en las esquinas del país.
Una producción especial de: Lucián Astudillo, Leandro López, Anibal Marcos Serial, Augusto Niez-Gay, Damián Prendes y Germán Vitello