Un nuevo caso de inseguridad y otro jubilado asesinado tras un robo en su casa. Esta vez la víctima fue Gerardo Medina, un hombre de 63 años que padecía una discapacidad motriz y fue encontrado muerto en su casa, en la localidad de González Catán, La Matanza. Atado de pies y manos, y con múltiples traumatismos en el rostro. Según declaraciones de un jefe policial “tenía toda la cara ensangrentada y había un charco de sangre en el piso”. Según la Policía Científica, que examinó al damnificado, la muerte no había superado las 24 horas desde el hallazgo del cuerpo, que había sido posible ya que la mujer que se desempeñaba como ama de casa se diera cuenta de que una de las ventanas que dan a la calle había sido violentada y al entrar a su lugar de trabajo se encontró con todo revuelto y llamó a la policía. Todavía los responsables siguen prófugos.
En tan solo los primeros seis meses del 2018 al menos se registraron 20 casos de asesinatos y según datos oficiales matan a un jubilado cada ocho días durante un robo en la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires. La mayoría de las víctimas murieron acuchilladas o por golpizas, otras baleadas. Y según los registros siete eran mujeres y 13 hombres.
En capital se registraron casos en los barrios de Barracas, Paternal, caballito y Villa Santa Rita. Mientras que en provincia ocurrieron en Escobar, Florencio Varela, Lanús, Morón, San Isidro, Tres de Febrero, Tigre y Zarate. También hubo casos en Mar del Plata.
El ciudadano argentino cada día se acostumbra cada vez más a la inseguridad, pero llega a un punto de preguntarse: ¿por qué a los jubilados? ¿Por qué a las personas que menos oposición opondrían los matan como si nada?
Por golpiza, estrangulamiento, y por asesinatos a sangre fría con armas blancas son algunas de las formas en las que los delincuentes le quitan la vida a las personas mayores que se encuentran desprotegidas e indefensas en sus hogares.
En los casos que entran a robar a las casas y no asesinan a los inquilinos, no significa que la violencia no provoque ningún efecto posterior que pueda llegar a dañar la salud de las personas. Hay casos en los que las víctimas mueren semanas después del robo producto del momento de violencia sufrido semanas atrás. Esto tiene que ver con lo que se llama shock postraumático, que consiste en los traumas que dejaron las situaciones vividas.
Teniendo en cuanta que las muertes ocurridas a través del shock mencionado anteriormente no figuran en las estadísticas criminales sería impensado el número total de muertes de este grupo de personas mayores que no reciben la seguridad que merecen.
Javier Salteño